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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

POR ARMANDO CAMORRA

Dos amigos que iban en automóvil por las calles de Chicago extraviaron el rumbo y fueron a dar a un barrio desconocido para ellos. Era una noche gélida; nevaba copiosamente y ululaba el cierzo. "Things that love night / love not such nights as these". Las criaturas que aman la noche no aman esas noches. La frase es de William Shakespeare, admiradísimo colega. (King Lear, III, 2). Vieron la luz de un bar que titilaba, invitadora, y hacia él se dirigieron. Entraron, y al punto se arrepintieron: era un bar gay de los bajos fondos. Tipos forzudos vestidos con atuendos de cuero y adornados con cadenas y otros amenazantes accesorios bailaban en la penumbra con etéreos efebos adamados. Todas las miradas se clavaron en los recién llegados, que fueron a sentarse, temerosos, en una mesa del rincón. Bien pronto los parroquianos empezaron a acosarles. Iban a su mesa y con voz ronca los invitaban a bailar. Ellos declinaban una y otra vez las invitaciones. Los sujetos se alejaban con enojo, y desde la barra los veían con ojos de amenaza. Muy quedo, para no ser oído, le dice uno de los amigos a su compañero: "-Éstos son capaces de sacarnos al callejón y golpearnos si se dan cuenta de que no somos de los suyos. Tendremos que bailar con ellos, y quién sabe qué más deberemos hacer para salir de aquí sin daño". Dice el otro: "-Espera aquí". Y así diciendo se levanta, y ante el asombro y susto de su amigo va en derechura a los hoscos rufianes de la barra. Les dice algo y regresa de inmediato. La actitud de los tipos cambia al punto: empiezan a sonreírles, les mandan copas de obsequio, los señalan a los demás con simpatía y afecto. "-¿Qué les dijiste?" -pregunta estupefacto el amigo. Contesta el otro: "-Dame un besito y tómame la mano. Les dije que nos acabamos de casar y que estamos en nuestra luna de miel"... Somos un país pobre, es cierto, pero si renunciamos a nuestra dignidad nos empobreceremos aún más... ¡Qué frase! Si hubiera un Premio de Frases yo propondría ésta al Honorable Jurado Calificador como merecedora de ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero. Hay quienes dicen que nuestra dependencia de los Estados Unidos es tan grande que debemos actuar en modo que no nos indisponga nunca con nuestro vecino. Están jolilos. Si un pobre vive junto a un rico debe guardar su dignidad, pues de otro modo lo único que ganará será su desprecio. Hemos superado ya la enfermiza etapa del antiyanquismo fincado en agravios del pretérito. (Nos falta superar los agravios del copretérito, el pospretérito y el futuro de subjuntivo). De esa actitud aldeana, sin embargo, no podemos pasar a otra de entreguismo o incondicionalidad. Sobre todo de incondicionalidad, que aun sin ser palabra es más difícil de pronunciar que entreguismo. Nuestra política internacional, lo mismo que toda acción humana, ha de estar asentada en fundamentos éticos que si bien en la superficie pueden aparecer borrosos en el fondo son claros y precisos. Conforme a esos criterios axiológicos debemos normar nuestra relación con el coloso del Norte (perdón por la expresión inédita), y no según coyunturas de momento que son tan efímeras como el periódico del día... Viene ahora un cuento que no entendí. Me dicen que es muy pesado, por eso lo cuento en sábado. Las personas que no gusten de leer cuentos pesados ni aun en sábado deben saltarse hasta donde dice FIN... Le cuenta un tipo a otro: "-Me dijo el doctor que tengo una enfermedad venérea. ¡Me dio tanta vergüenza!". Lo tranquiliza el otro: "-Si te lo dijo el doctor no debe darte pena". Aclara el primero, abochornado: "-¡Es que el doctor que me lo dijo es mi dentista!"... (No le entendí)... FIN.

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