Pipo Lanarts, intelectual, le comenta a un amigo que no tenía ese defecto: "-Las culturas orientales ven en el ombligo un importante centro erótico". "-¡Mira! -se asombra el otro-. ¡Yo más bien lo hacía en la periferia!"... Termina el trance de amor y la muchacha le dice a su ocasional galán: "-Eres médico ¿no?". "-En efecto -responde el tipo-. Soy doctor en Medicina". "-Y eres anestesista ¿verdad?" -prosigue ella. "-¡Sí! -se sorprende el galán-. ¿Cómo lo supiste?". Explica la muchacha: "-Es que no sentí nada"... Aquel señor era tan viejo que cuando en el restorán ordenaba un huevo tibio tres minutos le pedían que pagara por adelantado... Llega un sujeto al bar y se dirige al cantinero: "-Da-da-dame u-u-una cer-cerveza". Se la sirve el de la taberna y dice al hombre: "-Perdone mi indiscreción, pero veo que es usted tartamudo. Ya también sufría de tartamudez, pero una noche le hice el amor a mi mujer tres veces seguidas y eso me curó para siempre". Con su jadeante tartajeo agradece la información el farfalloso. Una semana después regresa a la cantina. "-Da-da-dame u-u-una ce-cerveza, po-po-por fa-favor -pide penosamente. Le pregunta el cantinero: "-¿No puso usted en práctica el consejo que le di?". "-S-s-sí -responde el tartamudo-, pero n-no dio-dio re-re-resultado. Po-por cierto: qué bo-bonito apa-apartamento tie-tienes"... La esposa y el marido están en la recámara. Le dice ella: "-El vestido". El marido se lo quita. Sigue ella: "-El fondo". El marido se lo quita. Continúa la señora: "-Las pantimedias". El marido se las quita. Dice la señora: "-El bra". El marido se lo quita. Concluye ella: "-Los pantis". El marido se los quita. Dice entonces la señora: "-Y es la última vez que te digo que no te andes poniendo mi ropa"... Triunfó la razón. Noticia grata es ésa, pues desde que los revolucionarios franceses hicieron de la razón una diosa la pobre corre la misma aciaga suerte de todos los dioses: los humanos se apartan de ella y desobedecen sus mandatos. En este caso, sin embargo, la razón prevaleció. Hablo de la determinación tomada en forma unánime por los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, México entre ellos. En virtud de ese acuerdo Bush deberá esperar, antes de hacer la guerra a Iraq, la certificación de que ese país, su arsenal bélico y el régimen de Sadam Hussein constituyen una amenaza al orden y la seguridad del mundo. Será difícil que el dictador iraquí atienda los llamamientos de la ONU, pues ya en muchas ocasiones los ha burlado o desoído. Todo indica que el conflicto, tantas veces postergado, estallará al final. Sin embargo ahora estará legitimado -hasta donde cualquiera guerra puede legitimarse- por esa decisión de las naciones. México hizo muy buen papel en esta coyuntura: consiguió el milagro de no ceder a la presión de Estados Unidos y al mismo tiempo no se atrajo la malevolencia de ese poderoso país con el cual está obligado a mantener, por muchas y muy diversas circunstancias, relaciones de buena vecindad. Espero que mis palabras, modestas como son, ayuden a la concordia y buen entendimiento entre las naciones civilizadas... Simpliciano, muchacho sin ciencia de la vida, invitó a salir a Pirulina, joven mujer con muchos kilómetros de mundo. Fueron en automóvil a un paraje solitario, y ahí ella hizo objeto a Simpliciano de encendidas demostraciones de pasional amor. Cuando las cosas estaban en su punto le dice Pirulina al boquirrubio con voz insinuativa: "-¿Quieres ir al asiento de atrás?". "-No" -responde el babieca. "-¿Por qué?" -se asombra Pirulina. Contesta Simpliciano: "-Porque me sentiría muy solo, tú aquí adelante y yo allá atrás"... FIN.