Había un congreso de feministas. Algunas viajaron por ferrocarril a la ciudad donde tendría lugar la convención. En el tren recibieron una noticia grata: toda la tripulación del convoy estaba formada exclusivamente por mujeres. Maquinista, conductora, garroteras, inspectora, agente de publicaciones; todas eran mujeres. “-¡Fantástico! -dice con entusiasmo una de las pasajeras-. ¡Para celebrar este nuevo triunfo de la mujer hagamos que suene el pito de la locomotora!”. “-Lo siento -le indica la conductora-. En este tren la máquina no tiene pito”... Se casó Babalucas. Cuando regresó de la luna de miel sus amigos le preguntaron cómo le había ido con su flamante mujercita. “-Muy bien -contesta Babalucas con expresión libidinosa-. Por la forma en que estuvo actuando todas las noches se me hace que no tarda en caer”... Afrodisio fue a hacerse un examen médico. Lo atendió una joven doctora, preciosa morena de endrina cabellera y ojos glaucos. La doctora pone su mano en la garganta de Afrodisio y le pide: “-Diga treinta y tres”. “-Treinta y tres” -dice Afrodisio-. La doctora pone la mano en el pecho de Afrodisio. “-Diga treinta y tres” -solicita de nuevo-. “-Treinta y tres” -repite Afrodisio-. La doctora pone la mano en el estómago de Afrodisio. “-Diga treinta y tres” -vuelve a pedir-. “-Treinta y tres” -repite de nueva cuenta Afrodisio-. La doctora pone la mano más abajo. “-Diga treinta y tres” -vuelve a pedirle a Afrodisio-. Y empieza a decir éste con lentitud morosa: “-Uno... Dos... Tres...”... La mamá de Susiflor, recién casada, le pregunta: “-¿Y le gusta a tu marido la comida que le haces?”. “-¡Vaya que si le gusta! -exclama Susiflor-. ¡Cuando regresa del trabajo la segunda cosa que siempre me pide es la comida!”... Martiriana, esposa de Abusivio, estaba hecha un mar de lágrimas. “-¡Me contaron que te vieron salir de una casa de mala nota!” -le dice entre hipos y zollipos a su esposo-. “-Te lo puedo explicar -responde el malandrín-. Es que ya iban a cerrar”... Se casó la maestra de Historia. Al comenzar la noche de bodas su marido sale del baño y deja caer con gesto de Casanova la bata que lo cubría. Lo contempla la profesora y le dice con expresión desencantada: “-¡Chin! ¡Soñaba con un Pedro el Grande y vengo a encontrarme con un Pipino el Breve!”... El paciente se quejaba de agotamiento general. Después de hacerle una auscultación le dice el médico: “-No encuentro ningún problema, pero permítame hacerle una pregunta: ¿cuántos días en la semana hace usted el amor?”. “-Todos los días” -contesta el individuo-. El médico se asombra. “-¿Hasta los domingos?” -pregunta-. “-Especialmente los domingos -responde el tipo-. Es el día que lo hago en mi casa”... El Padre Arsilio se alarmó cuando supo que Pirulina, una de sus feligresas jóvenes, compartía con un muchacho su cuarto en el internado de la Universidad. No sólo eso: los dos dormían en la misma cama. “-No hay problema, Padre -lo tranquiliza Pirulina-. Todas las noches ponemos una almohada entre los dos”. “-¡Una almohada! -se inquieta el Padre Arsilio-. Pero, hija, ¿y si los acomete la tentación de la lujuria?”. “-Quitamos la almohada” -responde Pirulina-... Una comisión de vecinos fue a pedirle dinero a don Poseidón, alcalde lugareño. Querían arreglar el parque. “-No hay dinero” -responde el viejo-. “-Aunque objete...” -empieza a decir una mujer-. “-Objete no soy, señora -replica don Poseidón muy atufado-. Lo que pasa es que no hay dinero”... FIN.