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México, D.F.- Este año fue adverso para la industria de telecomunicaciones en México, toda vez que factores externos y la falta de capitalización, divisiones, un impuesto especial y una mal lograda ley, inhibieron la consolidación del sector en el país.
En 2002, la teledensidad en México mantuvo mínimos niveles comparada con otros mercados, pues de acuerdo con la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) existe un déficit de ocho millones de líneas, con una teledensidad menor en zonas rurales.
Al cierre de este año, se espera que la teledensidad de las líneas fijas ascienda a 14.7 por cada 100 habitantes, lo cual representaría 900 mil nuevas líneas de los 13.7 millones en 2001.
El comisionado económico de la Cofetel, Abel Hibert, ha destacado el fuerte rezago que existe en México, con un déficit de ocho millones de líneas, así como la necesidad de invertir entre 15 mil y 20 mil millones de dólares para 2006.
Sin embargo, hasta octubre pasado, la inversión en el sector era de cuatro mil 020 millones de dólares, lo que representa mil 716 millones de dólares menos en comparación con 2001, cuando ascendió a cinco mil 736 millones de dólares.
Según analistas, otro factor que frenó el avance del sector fue el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a las telecomunicaciones, aprobado la madrugada del 1 de enero de 2002 por la Cámara de Diputados.
A decir de diversas asociaciones del ramo, dicho gravamen provocó que se perdiera una gran cantidad de empleos en la industria, incluyendo prestadores de servicios y proveedores de equipo.
El impuesto especial adicional de 10 por ciento, considerado regresivo, inequitativo y que inhibió el desarrollo del sector, se mantiene en 2003, incluida la telefonía celular, de acuerdo con el dictamen aprobado por los diputados la madrugada del 15 de diciembre de 2002.
Los legisladores establecieron una exención a la radiolocalización y a los servicios bajo el sistema de prepago, cuyo costo por minuto aire no sea superior a los 3.50 pesos.
En noviembre pasado, las organizaciones aseguraron que de haberse mantenido el crecimiento promedio de la industria de telecomunicaciones de los últimos años, sogrado una recaudación fiscal adicional sin incurrir a la creación de nuevos impuestos. A septiembre de este año había 14 millones 622 mil líneas fijas en servicio contra 24 millones 984 mil usuarios de telefonía móvil y 272 mil de radiolocalización.
La industria no se ha podido consolidar en México ante el deteriorado perfil financiero de las mayores compañías del ramo en el mundo, por lo que los operadores redujeron sus planes de expansión, desacelerando las tasas de crecimiento para telefonía fija y móvil.
Además, la frágil cohesión de la industria se rompió con la fractura que sufrió la Cámara Nacional de la Industria Electrónica, de Telecomunicaciones e Informática (Canieti), fundada en diciembre de 1998.
Con el argumento de una falta de representatividad, diversas compañías dejaron la Canieti y se agruparon en la Asociación Nacional de Telecomunicaciones (Anatel), órgano que se constituyó oficialmente el 15 de julio.
La Anatel agrupa a la fecha a 26 compañías como Telcel, Alcatel, Nortel, Motorola, NEC, Qualcomm, Digitel, Nextel, Pegaso, Unefon, PanamSat, Ericsson, Axtel y Controladora Satelital Mexicana y se espera el próximo y anhelado ingreso de Teléfonos de México (Telmex).
De acuerdo con datos de la asociación, actualmente representa 84 por ciento del sector en cuanto a número de empleos y 73 por ciento del número de ventas anuales, que significan alrededor de cuatro mil millones de dólares.
Tanto la Anatel como la Canieti han mantenido posturas encontradas ante la iniciativa de ley de telecomunicaciones que aún se discute en el Congreso, una de las reformas estructurales planteadas por el gobierno del presidente Vicente Fox.
La Canieti ?es controlada por el segmento de las empresas de larga distancia y la visión de ellos no coincide con la de Anatel sobre lo que esperamos de la ley?.
La asociación también se ha manifestado contra la obligación legal de desagregar el bucle local y que la Cofetel pueda declarar dominancias.
Empero, aboga para que la comisión que encabeza Jorge Arredondo Martínez tenga poderes reales de agente regulador y pueda autorizar el cambio de bandas y frecuencias del espectro radioeléctrico.
Asimismo, como resultado de la difícil situación financiera por la que atraviesa la industria, se prevé una reconfiguración del mercado.
En septiembre ingresó un nuevo participante al mercado mexicano: la española Telefónica Móviles que compró 65 por ciento de Pegaso, asociación que podría convertirse en el segundo operador más importante en México.
No obstante, a diferencia de lo que ocurrió en los últimos tres años, en 2002 el mercado de la telefonía celular ya no tuvo un crecimiento explosivo y entró en una etapa de maduración.
El ?boom? celular originado por el programa ?el que llama paga? en 1999 originó que se superara la cantidad de líneas telefónicas fijas de todo el país. En 2002, los usuarios de telefonía móvil representaban más de 60 por ciento de las líneas telefónicas fijas.
De acuerdo con Lúcido de la Parra, la telefonía celular ocupó este año el lugar de la telefonía fija, debido a que los costos de los equipos y el esquema de ?el que llama paga? hizo más fácil su acceso.
La industria mantuvo muchos desafíos en 2002, año en el que diversos analistas se manifestaron por fortalecer la libertad de elección de los usuarios, completar el marco jurídico, garantizar la autonomía de la Cofetel y establecer un fondo para zonas marginadas.
De esta forma, el sector de telecomunicaciones en México enfrentará en 2003 los mismos problemas que tuvo este año, aunado al rezago en tecnología y capital, lo que hace difícil la introducción de los servicios 3G (Tercera Generación).