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Desaire

Arturo Brizio Carter

En un hecho sin precedente dos equipos mexicanos disputaron la Gran Final de la Copa de Campeones y Subcampeones de la ex-Concacaf, hoy llamada pomposamente la Confederación de Futbol. Morelia y Pachuca tomaron con toda seriedad el evento e intercalando viajes y partidos con el Torneo de Liga lograron llegar a esta instancia que además era inédita en el historial de ambas instituciones.

Claro está que tanto profesionalismo no fue de a gratis y que el interés tiene pies pues el premio a llegar a la final, supuestamente, era adquirir automáticamente el boleto para asistir al Mundial de Clubes a jugarse el año próximo en sede y fecha por definir.

Pues resulta que la FIFA aplazó el famoso mundialito hasta el año 2005 y con ello nuestros equipos y flamantes finalistas se quedaron chiflando en la loma pues a última hora les avisaron que dice mi mamá que siempre no.

La pregunta es: ¿Hasta cuándo permitirá México ser tratado como basura por la Confut? Porque, mire usted amable lector, no es la primera que nos hacen.

La historia consigna hechos vergonzosos en acuerdos tomados para afectar directamente al futbol mexicano como aquellas sedes únicas para jugar la calificación al Mundial y que costaron la eliminación en Haití y Honduras para asistir a Alemania 74’ y España 82’ lo cual, al margen del desastre futbolístico que fueron nuestras selecciones en aquellos eventos, constituyó un verdadero atropello.

Eran los tiempos de Joaquín Soria Terrazas quien fungía como presidente de la Confederación, cuando también se presentó el sonado caso de los cachirules que privó a México de asistir a Italia 90’ y a toda competencia internacional por dos años en castigo cuya saña sólo puede entenderse cuando se quiere de verdad hacer daño.

Posteriormente vino la elección del trinitario Jack Warner al máximo cargo en Concacaf, quien nombró a un judío-americano rico e influyente al puesto de Secretario General: Chuck Blazer.

Esta mancuerna de hampones ha asolado a esta región del mundo futbolístico anteponiendo sus intereses personales y económicos al de sus agremiados; Blazer, desde sus lujosas oficinas en la Quinta Avenida, sí, oyó usted bien, en Nueva York, hace y deshace con las finanzas de una Confederación pobre con dirigentes millonarios.

Juntos, han hecho de la amenaza, la extorsión, el chantaje, la compra de votos y todo género de prácticas jurásicas de la política mexicana su modus operandi.

Si no me creen, recordemos juntos que Warner obtuvo derechos de transmisión por televisión por millones de dólares para ser explotados por la empresa de su hijo en USA 94’ y Francia 98’ y se quejó de traición cuando la FIFA se los quitó para el último Mundial.

Pero además de sus prendas personales son un par de majaderos; mire que no asistir a la Final del Torneo de Clubes más importante del área es mucho más que un desaire: es una venganza porque México quiso arrebatarles el poder en esa fallida aventura electoral del Dr. Edgardo Codesal.

Pobre Confut, tan lejos de Dios y tan cerca de esta pareja de delincuentes.

Del partido en sí comentaremos que se decide por una viveza de Walter Silvani anticipando la salida del guardameta michoacano y Pachuca, al más puro estilo Tena aguantó el cero para alzarse con la victoria; lo que no entiendo es cómo un equipo que basa su accionar en el quehacer colectivo como Morelia no pueda, en un partido como este hilvanar dos jugadas seguidas. Conste que es pregunta.

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