KANSAS CITY, EEUU, dic 5 (Reuters) - Las plantas de tabaco se están transformando en fábricas de medicamentos anticancerosos en el estado norteamericano de Kentucky, mientras que en el de Virginia el maíz se cultiva para tratar la fibrosis quística y, en Nebraska, investigadores confían en que la cura para el sida provenga, en parte, de los campos de cultivo.
Sin embargo, a medida que la comunidad científica celebra estos logros, también tiene que enfrentarse a fuerzas opositoras que temen que la población podría ingerir medicamentos innecesarios que, en vez de favorecer, perjudiquen su salud.
Desde los campos de cebada en el estado de Washington hasta los sembrados de caña en Hawai, científicos estadounidenses están haciendo progresos agriculturales que no están relacionados con los alimentos sino con la búsqueda de métodos más eficaces, rápidos y baratos para tratar una amplia gama de enfermedades humanas.
Este trabajo, que consiste en el uso de ADN humano, o de otros donantes, para modificar genéticamente a las plantas con el propósito de que produzcan proteínas humanas, se ha realizado por más de una década. Pero sólo recientemente se ha llegado a la crítica fase final de las pruebas clínicas, donde participantes están recibiendo dosis de fitofármacos o medicamentos derivados de plantas.
"Ahora están llegando al mercado (...) Es estupendo que finalmente estemos empezando a afectar la vida de los pacientes", dijo Barry Holtz, vicepresidente de desarrollo biofarmacéutico de la firma Large Scale Biology Corp.
Large Scale está administrando a pacientes un medicamento inyectable contra el linfoma que es procesado en las hojas del tabaco.
Sin embargo, los temores existentes sobre este tipo de medicamentos se acentuaron el mes pasado cuando se reveló que uno de los líderes en esta industria, ProdiGene Inc, con sede en Texas, había violado las regulaciones federales contaminando involuntariamente cultivos de Iowa y Nebraska con maíz modificado genéticamente para tratar la diabetes y la diarrea.
La noticia desató un candente debate, enmarcado por un enorme cartel que fue colgado por los opositores a los fitofármacos en un granero de Nebraska. Dicho cartel decía: "Este es tu alimento en forma de medicina".
Los opositores han aprovechado el fracaso de ProdiGene en aislar sus cultivos para esgrimirlo como prueba de que la ciencia no puede controlar su tecnología, y han pedido al gobierno que prohiba las plantaciones de cultivos farmacéuticos, al menos los que sirven de alimento a la población, como el maíz.
"No debemos hacer esto con nuestros alimentos", dijo el portavoz de la organización Amigos de la Tierra, Mark Helm.
"Habrá contaminaciones como estas y pueden ser muy peligrosas. La práctica de introducir medicamentos en nuestros sembrados colinda con la demencia".
NO ES UNA ILUSION La reacción desatada por los problemas de ProdiGene ha provocado temores en el pequeño grupo de firmas de investigación y biotecnología enfrascadas en el trabajo de obtención de fitofármacos.
Muchos están enfadados con ProdiGene, que se halla bajo pesquisa federal debido a sus prácticas "agrofarmacológicas", ya que temen que sus errores perjudiquen el trabajo de los demás.
"Es muy frustrante", dijo la portavoz de la Organización de la Industria Biotecnológica, Lisa Dry. "Nadie quiere que se impugne a la tecnología, porque es muy importante".
En medio del furor, miembros de la poderosa industria alimentaria, como la National Corn Growers Association y la National Food Processors Association, están exigiendo al gobierno que emita regulaciones más estrictas para las investigaciones de plantas farmacéuticas.
La industria de biotecnología había dicho anteriormente que en el 2003 conduciría las investigaciones fuera de la región del Medio Oeste del país para ayudar a aminorar las preocupaciones sobre la contaminación de cultivos destinados a la alimentación, pero se retractó el 3 de diciembre alegando que la decisión dependía de los reguladores federales.
Por su parte, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos manifestó que estaba examinando las opciones para aumentar los controles sobre las investigaciones.
Lo que está en juego en el debate, y en esto ambas partes están de acuerdo, es la salud de la población a nivel mundial.
Los opositores consideran la probabilidad de que los fitofármacos entren en la cadena alimenticia, mientras que los partidarios de la tecnología consideran sus posibilidades salvavidas.
Entre los productos que se hallan en camino de producción están una vacuna para la hepatitis B, un tratamiento tópico para el herpes, una inyección contra la diseminación de las células cancerosas y una terapia para ayudar a los pacientes con fibrosis quística a digerir los alimentos.
Un producto que se espera que llegue pronto al mercado es la aprotinina para controlar la formación de coágulos de sangre durante las cirugías cardíacas. En la actualidad, las proteínas en el fármaco son de origen animal --de los pulmones, específicamente-- y su cultivo es muy caro, según ProdiGene, que está tratando de producir las proteínas en el maíz.
La compañía también está trabajando con los Institutos Nacionales de Salud para desarrollar una vacuna contra el VIH.
"No es una ilusión", dijo el presidente ejecutivo de ProdiGene, Anthony Laos, quien prevé una especie de hostia con la cura del sida incorporada.
La hostia sería de fácil distribución en países lejanos y azotados por la epidemia del sida. "En el futuro podríamos salvar millones de vidas", añadió.
LA TECNOLOGIA La técnica para mezclar el ADN humano con el de las plantas es relativamente simple desde el punto de vista científico. Tras identificar una proteína humana específica y sus funciones, los investigadores insertan el ADN en las células del maíz o de otros cultivos.
Las plantas entonces producen la proteína deseada a medida que crecen. Luego se extrae cuando se recoge la cosecha.
Los fitofármacos pueden producirse en grandes cantidades, con mayor rapidez y menos costo que los caros medicamentos que se obtienen en los laboratorios, según las compañías biotecnológicas.
Según Holtz y sus colegas, de Large Scale Biology, en Vacaville, California, el desafío no radica en cómo hacer que la tecnología funcione sino en ver cómo la oposición no destruye su futuro.
El tratamiento para el linfoma ha sido administrado a 16 pacientes hasta la fecha durante pruebas clínicas. El resultado ha sido satisfactorio para todos, según Holtz. Un ensayo clínico mayor está planificado para el 2003.
"Hemos trabajado muy duro para hacer las cosas correctamente", dijo. "Las empresas en este negocio está centradas en hacer el bien".