Reuters
WASHINGTON.- Estados Unidos rechazó ayer las últimas propuestas iraquíes sobre inspecciones de armas considerándolas como un “juego de palabras” y repitió su llamado para mantener la presión internacional para que Iraq se desarme.
El sábado pareció que Iraq estaba dispuesto a ceder algunas de las demandas de los inspectores de armas de la ONU luego de haber ignorado antes una lista con las reglas que los funcionarios de Naciones Unidas habían enviado a Bagdad.
Sin embargo, diplomáticos dijeron que una nueva carta, la segunda de la semana, enviada por uno de los asesores presidenciales iraquíes a los inspectores de armas seguía sin alcanzar la aceptación de las condiciones para futuras inspecciones fijadas por los funcionarios de desarme de la ONU.
“Iraq sigue tratando de jugar con las palabras y no cumple” con las disposiciones de la ONU, dijo la portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Jo-Anne Prokopowicz. “Va a seguir haciendo promesas contradictorias y luego elige la versión que más le beneficie tácticamente en determinado momento”.
“Iraq responde ante la presión, pero va a cambiar al no-cumplimiento en el momento que piense puede hacerlo. Esa es la razón por la cual el Consejo de Seguridad de la ONU le debe decir a Iraq lo que debe hacer y qué ocurrirá si no lo hace”, agregó.
El Consejo de Seguridad abrirá el debate el miércoles sobre una resolución que amenazaría a Iraq si no permite un acceso completo a los inspectores de la ONU. Estados Unidos preparó una medida que le daría más derechos a los inspectores y que autoriza el uso de la fuerza si Iraq no cumple.
En la carta más reciente enviada por los iraquíes, el general Amir al-Saadi, uno de los asesores del presidente Saddam Hussein, les aseguró a Hans Blix, el jefe de los inspectores de armas de la ONU, y a Mohamed El-Baradei, director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), que Bagdad quiere retirar todos los obstáculos para permitir el regreso de los inspectores tras una ausencia de casi cuatro años en ese país.
“Reafirmamos nuestra completa disposición para recibir al primer grupo el 19 de octubre como estipula nuestro acuerdo preliminar con ustedes y nuestra disposición para resolver todos los temas que puedan obstaculizar el camino de nuestra cooperación conjunta”, escribió al-Saadi.
La nueva carta reconoció el deseo de la ONU sobre un “acceso irrestricto” a los ocho palacios presidenciales que Iraq se niega a que sean inspeccionados, aunque no hizo concesiones específicas en ese aspecto.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, está considerando llevar a cabo una operación miliar contra Iraq para derrocar a Hussein, a quien Washington acusa de estar desarrollando armas de exterminio masivo.
El viernes, los legisladores estadounidenses dieron a Bush un sólido respaldo bipartidista para llevar a cabo un ataque si éste es necesario. Iraq niega tener armas nucleares, químicas o biológicas.
Iraq acordó durante reuniones en Viena el 30 septiembre y el 1 de octubre que los inspectores de la ONU podían visitar los ocho palacios presidenciales, que están sujetos a procedimientos especiales fijados en un documento de 1998 que fue aprobado por el Consejo de Seguridad.
Washington ha dicho que esos procedimientos especiales limitan la labor de los inspectores y que éstos deben entrar a esos palacios con total libertad de acción.
La semana pasada, Bush fijó términos que muchos creen que el Hussein muy difícilmente aceptará, entre ellos el que Bagdad permita que los inspectores de la ONU entrevisten a testigos fuera del país y que éstos puedan llevar a sus familias con ellos para que puedan testificar sin temor.
Rusia y Francia, que tienen poder de veto en el consejo de 15 naciones, encabezan la resistencia a las demandas de Washington de una resolución que esencialmente dé a Bush el derecho a declarar una guerra sin hacer más consultas con la ONU si decidiera que Iraq violó los términos de la resolución.
En los últimos meses se incrementaron los ataques de aviones británicos y estadounidenses que patrullan las zonas de exclusión aérea establecidas en el norte y el sur de Iraq después de la Guerra del Golfo de 1991, cuando una alianza militar liderada por Estados Unidos expulsó a las tropas iraquíes de Kuwait.