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Diálogo/De fundamentalistas y radicales

Yamil Darwich

Dice el Diccionario General de la Lengua Española Vox, que Fundamentalismo es un movimiento religioso, social y político, basado en la interpretación literal de los textos sagrados y en la negación de conocimiento científico. He elegido iniciar este Diálogo con la definición de la palabra, porque gracias a la propaganda occidental el fundamentalismo es para nosotros un sinónimo de Islamismo o Talibanismo.

El Islamismo es la tercera religión Mesiánica, luego de la Judía y la Cristiana, que aparece 612 años después de que se habían empezado a difundir las enseñanzas de Jesús en el mundo de esos tiempos y es curioso que si se trata de fundamentalistas, algunos interesados en manipular la palabra y el concepto que encierra, la utilizan para relacionar al terrorismo y el salvajismo, buscando el repudio de las acciones (reprochables a todas luces) de los guerrilleros que tratan de justificar sus acciones en los principios religiosos.

Los movimientos fundamentalistas han sido estudiados por filósofos, historiadores, antropólogos y sociólogos, encontrando en ellos un grupo de características que les definen en intima relación.

En primer término, el fundamentalismo aparece en las sociedades cuando éstas ya han vivido un proceso importante de modernización; sólo hasta que se presenta la muy sofisticada clasificación y retribución al trabajo se generan diferencias importantes en los niveles socioeconómicos y aparecen las diferencias de oportunidades entre unos y otros conciudadanos; cuando se presentan las inconformidades por los niveles de vida y tratos, dando como consecuencia la rebeldía, manifestada con repudio a las injusticias, incluidas las acciones violentas y radicales.

Le comparto un dato contundente: Karen Armstrong, la eminente investigadora de las religiones monoteístas, cuando trata el tema afirma que: “... el Islam fue la última en desarrollar una rama fundamentalista...”

También entre los fundamentalistas muestran un descontento marcado por las diferencias de desarrollo social y la modernidad. Se sienten desplazados, son los más pobres y se sienten explotados. Viven el en descontento y se sienten traicionados al no ver consolidadas las promesas que se les hicieron. ¿Un ejemplo?: los grupos guerrilleros latinoamericanos, incluido el mexicano, que utilizan la bandera de “lucha por la justicia a favor del pueblo”.

Son grupos que padecen el insano sentimiento psicológico del temor; por sus vidas, por su salud, por el bienestar de ellos mismos y sus familiares, considerándose agredidos, llegando a manifestar su repudio por las diferencias a través de la violencia.

Además tienen sentimientos de desesperación y hasta desesperanza, siendo el medio ideal para que germinen las ideas de personas que los utilizan para sus fines. ¿no le recuerda a muchos de nuestros pseudolíderes regionales?

Existe una interesante relación entre la aparición del materialismo e individualismo, la pérdida del manejo de los valores trascendentes en la vida social, con la aparición de grupos fundamentalistas. ¿Recuerda a los Ayatolas de los últimos cincuenta años del siglo anterior?

Esos fundamentalistas confunden sus propósitos revistiéndolos de ideales religiosos; luchan en el nombre de Dios, como el caso de los guerreros cruzados, que con la bendición de sus líderes cristianos viajaron al oriente medio a hacer la guerra.

Y podríamos seguir mencionando antecedentes, como el de los holandeses e ingleses que colonizaran a los Estados Unidos de Norteamérica (cuáqueros) utilizando las lecturas religiosas para ejercer la violencia entre los aborígenes y hasta los de su propia etnia, si se oponían a sus puntos de vista, enseñanzas e intereses. Ni qué decir de los conquistadores españoles que asesinaron a los indígenas americanos.

¿Otros fundamentalistas y radicales? Los protestantes norteamericanos que en 1925 se oponían a las enseñanzas de la biología moderna, considerando a la Teoría de la Evolución como enseñanzas demoníacas, postura que abandonaron al perder el famoso “Juicio Scopes”, o el radicalismo de católicos y no católicos que nos llevaron a la conocida “Guerra de los cristeros”, que de fondo contenía fuertes intereses materiales y políticos.

Si los grupos de los fundamentalistas talibanes son censurables y merecen castigo, no se queda atrás el radicalismo de algunos líderes judíos, como Ariel Sharon, que no pocas veces muestra sus métodos belicosos de ejercer lo que él considera derechos. Tampoco queda fuera George W. Bush y su obsesiva y compulsiva idea de acabar con Saddam Hussein, aunque de paso nos lleve a una guerra catastrófica.

Lo invito a que en estos días de fiesta repase con sus familiares el fin último de la presencia de Jesús en la Tierra, que siendo un radical promotor del cambio, fue el impulsor del amor, la justicia, la fraternidad, la corresponsabilidad social y la igualdad de todos los seres humanos. Le deseo feliz año nuevo.ydarwich@ual.mx

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