Todos tenemos un poder ilimitado que nos conecta a las fuerzas del Gran Universo. Podemos usarlo para que las cosas sucedan como queremos. Todo lo que deseamos puede convertirse en realidad si tenemos el propósito firme y sincero, y que esté de acuerdo a las leyes espirituales supremas que rigen al mundo. Este poder ilimitado lo podemos usar para materializar nuestros propósitos, pero nunca puede ser usado para el mal. Todo el poder práctico que existe en este mundo existe en el reino de la mente; todo lo que tenemos que hacer es exigirlo, visualizarlo, hacerlo una cosa tangible. Los límites son los que nos autoimponemos. Las ideas de ese poder son tantas como estrellas en el cielo.