La persona bondadosa no busca el poder, porque sabe que el poder sobre de otros, el poder convencional, el poder material, siempre son negativos. El deseo de poder es un proceso de aislamiento; es una condena. Cuando la persona sólo busca su propia posición, sólo busca apuntalarse y su propia seguridad, entonces se aísla y su enajenación es creciente. En cambio, el hombre bondadoso repele el poder; busca el poder espiritual que surge de su manantial interno para mostrar su gratitud al mundo; para dar a los demás; para experimentar el gozo de servir. En cambio, quien desea el poder siempre vivirá en conflicto, aislado, sin entender la brevedad y la belleza del mundo del que es parte.