Los amigos son regalos que nos hacemos a nosotros mismos, si son genuinos y honestos. Las falsas amistades son como la hiedra: arruinan y causan decadencia sobre las paredes que abrazan; pero las verdaderas amistades dan ánimo y vida a todo lo que nos rodea. Los verdaderos amigos son aquéllos que cuando nos han visto hacer un mal papel, nos lo hacen notar constructivamente. Se regocijan con nuestros éxitos. Pero es necesario recordar que no podemos ser amigos de todo mundo. Eso es señal de inmadurez. Los verdaderos amigos son un refugio seguro; son un consuelo en la adversidad. La amistad real es el único cemento que puede sostener al mundo.