Para encontrar la felicidad, es necesario realmente evocarla. Todos podemos lograrla, si deseamos las cosas correctas. Incontables gentes, que componen las mayorías, dicen que les gustaría tener un cambio dramático en su vida, pero no se comprometen, no se determinan. Constantemente piensan y hablan de ello, pero no se esfuerzan por lograrlo. No tienen las herramientas del pensamiento claro. Hay que obedecer las leyes de la felicidad. Una de estas leyes dice que para que se materialice nuestra felicidad, nadie debe resultar perjudicado o dañado. Luego, las gentes deben descubrir por sí mismas que las cosas materiales tienen un límite. Desear más y más conduce a la infelicidad.