“El lenguaje político... está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces”.
George Orwell
Súbitamente se encendieron los ánimos en la Cámara de Diputados. Nunca en esta legislatura la discusión fue tan fuerte como cuando se trató el tema de reducir el número de diputados de 500 a 400 eliminando 100 diputados plurinominales.
Algunos diputados del PRI y del PRD tomaron la propuesta como un insulto a la calidad moral del Congreso y la catalogaron de populista y electorera. No deja de ser significativo, sin embargo, que el debate se inició con la presencia de sólo 50 diputados. El ausentismo legislativo sigue siendo la regla y no la excepción.
La propuesta de reducir el número de diputados tiene sin duda una gran popularidad. Los legisladores se dicen convencidos de que tienen una gran estatura moral, la cual sólo es manchada por el menosprecio de los medios de comunicación (en ese tema reaccionan igual que el presidente Fox y todos sus predecesores). Pero la realidad es otra: la mayoría de los mexicanos ven con desprecio a los legisladores, a quienes considera flojos, corruptos y oportunistas. Lo peor de todo es que los diputados no hacen mucho por mejorar esta imagen... excepto contratar anuncios en los medios informativos.
Tiene razón, sin embargo, Luis Carlos Ugalde del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) cuando señala que, independientemente de las virtudes o problemas de la propuesta panista, la reducción en el número de legisladores no ataca el meollo del asunto. Tenemos un Poder Legislativo de pésimo nivel, pero el número de diputados o de senadores no es más que una pequeña parte del problema.
Si queremos elevar el nivel de nuestros legisladores el primer paso debería ser aprobar su reelección. Yo sé que esta propuesta enfurece a la gente, que no ve por qué se deba “premiar” a los actuales legisladores con la posibilidad de reelegirse, pero la verdad es que la reelección obligaría a los legisladores a tratar cuando menos de presentarse a las sesiones del pleno y de las comisiones y a votar por políticas más beneficiosas para la ciudadanía.
Actualmente casi ningún ciudadano conoce a sus diputados. Esto ocurre porque los legisladores no tienen ningún incentivo para acercarse a los ciudadanos una vez electos. Si pudieran optar por la reelección harían un esfuerzo mucho mayor por comunicar los detalles de su trabajo a los electores.
La reelección permitiría que hubiera un mayor número de diputados con experiencia legislativa. Esto eliminaría los enormes costos del proceso de aprendizaje que vemos al principio de cada legislatura. El punto negativo sería que se generaría un mayor incentivo para un populismo que cada vez crece más en las cámaras.
La reelección no sería, por supuesto, la única medida adecuada para mejorar el nivel de los legisladores. Otra acción importante sería la creación de un cuerpo técnico de buen nivel en el Congreso, independiente de los partidos, que proporcionara investigación e información a los legisladores. Esto le daría la oportunidad a los legisladores de tener un mayor conocimiento sobre los temas que legislan, de los cuales ahora son a menudo ignorantes. El gran riesgo, por supuesto, es que ese equipo de investigación se convierta en un elefante burocrático más.
La reducción en el número de diputados sería, a mi parecer, positiva. Eliminar 100 diputados plurinominales dejaría una representación para grupos minoritarios pero obligaría a los partidos políticos a ganar de verdad sus curules distrito por distrito, como ocurre en Estados Unidos y la Gran Bretaña. Los diputados sentirían una mayor lealtad por sus electores y no por los directivos de los partidos que los escogieron para una lista que les garantizaba la elección. Esta disminución dejaría la composición de la cámara en un nivel similar al que tenía antes de las reformas de 1986.
Más importante, sin embargo, sería reducir el nivel de senadores y regresar al esquema tradicional de sólo dos senadores por entidad federativa. El actual sistema no sólo ha duplicado innecesariamente el número de senadores sino que ha despojado al Senado de su papel fundamental de representante de los estados de la federación.
Me parece muy saludable que los diputados se enfurezcan con el tema de la disminución en las curules y quieran defender su calidad moral. Pero si de verdad quieren ser respetados, sería mejor que empezaran por asistir a las sesiones y por tomar medidas más sensatas cuando les toque legislar.
Casinos
Al parecer la Cámara de Diputados está a punto de aprobar la ley que legalizaría los casinos en México. Es una buena decisión porque generará inversión y empleos y porque el gobierno no tiene por qué meterse en las decisiones morales de los individuos.