EL CRIMEN DEL PADRE RICARDO
Por Arturo Brizio Carter
Después de una larga semana en que los estrategas de Toluca y Pumas, Lavolpe y Hugo Sánchez, se dedicaron a lanzarse puyas, por fin se jugó el duelo en la cumbre del futbol mexicano entre ambas escuadras que a la fecha llevaban récord perfecto.
La victoria correspondió a los rojos del Estado de México pero lo importante a mi entender es el cómo y el porqué se dio en forma aplastante haciendo inobjetable la superioridad, no sólo del plantel, sino del Director Técnico.
Ricardo Antonio Lavolpe es un técnico capaz, conocedor del medio, obsesivo en el trabajo diario y con una muy definida idea de lo que quiere que su equipo realice en el campo de juego, aunque su sequía de títulos va para una década. Es agradecida la tendencia ofensiva que hace espectacular el accionar de sus equipos e incluso que algunos comentaristas adopten el calificativo de "lavolpista" para definir a jóvenes entrenadores mexicanos que tratan de imitar al argentino como Miguel Herrera, Daniel Guzmán y el pampero "made in México" Rubén Omar Romano.
Es Ricardo también un profesional sumamente rentable pues suele dar oportunidad generosa a los jóvenes talentos que juegan en sus equipos y con ello, al volverse figuras y ser negociados, prácticamente se paga solo su salario y deja utilidades al club. Baste recordar que si bien Rafa Márquez -hoy con Mónaco- y Miguel Zepeda no fueron hechuras de él en un 100% sí es un mérito ponerlos en el escaparate y con ellos, una veintena más de jovencitos surgidos de la cantera atlista.
Del lado de los detractores están quienes afirman que el trato de Lavolpe con los jugadores sobre todo jóvenes y mexicanos, es majadero al grado del bochorno; se dice que en el trabajo táctico insulta, humilla y rebaja al futbolista quien no tiene más remedio que agachar la cabeza y seguir las indicaciones so pena de ser relegado para siempre por el "divo" que encarna el ex guardameta sudamericano. Algo debe haber de cierto en esta acusación cuando se ha demostrado la incapacidad de Lavolpe para dirigir equipos plagados de figuras con quienes inmediatamente entra en polémica, disgusto y choque frontal.
Lo que es un hecho es que en el duelo del domingo Ricardo le dio un "baño táctico" a los Pumas pues el resultado del partido obedeció a una cuidadosa planeación de lo que haría su equipo y de cómo impedir a los del Pedregal desarrollar su juego; el marcador es otro boleto, pues ese ya dependió de la superioridad colectiva de un cuadro trabajado por años y del peso específico de figuras como Cardozo, Vicente Sánchez y el recién naturalizado Zinha que atraviesa por un gran momento.
Tras el partido, las entrevistas, con un Hugo Sánchez de hablar pausado negándose a reconocer la absoluta superioridad del rival y un Ricardo Antonio Lavolpe en plan de perdonavidas.
El crimen de Ricardo no es ganarle al "pentapichichi" ni jugar ofensivo o siquiera el hecho de ser grosero con sus dirigidos.
Su delito es ser tan sangrón y aunque no lo quiero para yerno y sus resultados lo avalen, sí creo que en su caso la petulancia le resta puntos.
Dos hechos más llamaron la atención el fin de semana: uno, el impecable trabajo de Marco Antonio Rodríguez en el multicitado Pumas vs Toluca donde aplicó el reglamento con firmeza, desplegó un espectacular esfuerzo físico y hasta se dio el lujo de conceder una ley de la ventaja como para darle oreja y rabo en el primer gol de los rojos.
El otro fue el horrible festejo de Abreu tras anotarle a Chivas: De lo más íntimo de su ser extrajo una máscara de calaca, se la puso y danzó como orate. Debió incluso ser amonestado pues el festejo exagerado sigue estando prohibido. Ahora vamos a ver quién lo imita o lo supera.