Altares se han montado en diferentes espacios de la Comarca Lagunera
TORREÓN, COAH.- La muerte para los mexicanos juega un papel importante. Tan es así, que hasta se le ha asignado un día especial para rendirle culto: El dos de noviembre. En esa fecha, se dejan de lado las actividades cotidianas para dar paso a la comunión con lo sagrado; vivos y muertos se reúnen en torno a un solo objetivo: El altar de muertos.
Velas y veladoras, flores de cempasúchil, calaveras de azúcar, papel picado, diferentes platillos y el tradicional pan de muerto, no pueden faltar en la ofrenda, que es dedicada a la memoria de algún familiar fallecido o para un célebre personaje de la escena mexicana.
Esta tradición es propia del centro y sur del país, y aunque en la región norte la fiesta del halloween ha acaparado la atención de la gente, en los últimos años instituciones educativas y culturales se han dado a la tarea de promover esta tradición. Torreón no ha sido la excepción, y a continuación se presentan algunos de los altares que se han montado.
Diversidad cultural en el altar
de los Tres Medios Laguneros
Cada Estado del país le ha aportado sus particularidades a la celebración del Día de Muertos, y el Museo Nacional de Culturas Populares en su afán por rescatarlas, preparó una exposición itinerante en la que se reúnen los rasgos culturales de las diferentes regiones, y que desde el pasado miércoles se exhibe en Plaza Cuatro Caminos.
El Siglo de Torreón, TV Azteca Laguna y Grupo Radio Estéreo Mayrán hicieron posible la visita de esta exposición, para lo cual contaron con el apoyo de la Dirección Municipal de Cultura, el Teatro Isauro Martínez, el Teatro Alfonso Garibay, la Unidad Regional Coahuila de Culturas Populares, el Instituto Coahuilense de Cultura, panificadoras La Nueva Esperanza, Funerales Serna y grupo Cimaco.
En el atrio de la plaza comercial se ha montado el altar principal. Veladoras y cempasúchil delimitan la ofrenda de los “muertos para los muertos”. En este altar, la muerte ha tomado distintos roles: vendedores de flores, ataúdes, inciensos, cazuelas y cucharas, velas y calaveras de azúcar.
De esta manera, lo que se ha querido representar es un mercado, típico también de la cultura mexicana. Está dedicado a nadie y para todos. Aunque no hay una figura específica, el altar es una ofrenda representativa, creada por los vivos para los muertos quienes, a partir del primer minuto del uno de noviembre y hasta el último del día dos, regresarán para disfrutar de su banquete.
En la entrada principal de Plaza Cuatro Caminos, se ha montado un segundo altar, el que sí está dedicado: La fotografía de don Elías Murra Marcos, fundador de Cimaco, sobresale de entre las flores, velas y el papel picado. Un tercero se ubicó en el acceso del bulevar Manuel Ávila Camacho, en honor de don Julio Luna (Panificadoras La Nueva Esperanza). Y un último, en uno de los pasillos de este centro comercial.
La muestra permanecerá en exhibición hasta el 11 de noviembre, en espera de que la comunidad lagunera asista a conocerla.
Manos mexicanas realizaron los objetos del altar
La muestra proveniente del Museo Nacional de Culturas Populares, fue creada originalmente para que se presentara en Bélgica como “La Fiesta de la Muerte”, según comentó la museógrafa Dora Baizabal, quien es la coordinadora de exposiciones itinerantes del citado recinto.
“Como se podrán dar cuenta, los altares no están dedicados a alguien en específico, sino que son representaciones de la muerte en distintos roles, las cuales han sido realizadas por manos de artesanos mexicanos muy reconocidos, ya que han exportado su trabajo al extranjero”.
Se eligieron las piezas que tuvieran que ver con lo que los artesanos elaboran para la fiesta de la muerte, variando de acuerdo a la región del país a la que pertenecen.
Por ejemplo, de Cuernavaca se tomaron los alebrijes; así como la cartonería y las calaveras de azúcar del Estado de México.
El objetivo primordial de la muestra es que se difunda la tradición de los altares de muertos, en lugares en los que no está tan arraigada la costumbre. Torreón es la primera ciudad del norte del país, en la que se presenta esta exposición.