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El humano, una especie en fase de extinción

Luis Maeda Villalobos

Es cierto que el humano, Homo sapiens, es el último representante de la cadena evolutiva del género Homo, que principió hace cuarenta millones de años, con la familia de los primates en el período eocénico. Curiosamente la especie sapiens, es la única capaz de adaptarse a los distintos ecosistemas en latitudes y longitudes con climas extremos, característica que lo convierte en dominante del medio ambiente adverso o no. Su sistema homeostático lo hace adaptativo a situaciones cambiantes, que ningún otro ser vivo podría hacer. Su calidad cerebral con un peso promedio de 1,450 gramos de masa encefálica, lo ha convertido en un ser racional e inteligente que lo distingue de los demás seres vivos y de sus primos más cercanos, los antropoides (chimpancés y gorilas). Desde hace no menos de treinta y cinco mil años con el conocimiento de la agricultura y la domesticación de animales silvestres, pudo sobrevivir más holgadamente y dio principio a la vez, al crecimiento poblacional, con asentamientos mayormente estables. Si bien el lenguaje hablado era desconocido, la escritura era simbólica en forma de petroglifos y pictogramas que conformaron el arte rupestre primitivo, que a la fecha no tiene un códice interpretativo para conocer mejor su cultura, sus hábitos y costumbres ahí plasmados.

El Homo sapiens hace diez mil años, según los estudiosos, inventó el alfabeto y con ello supo escribir, con lo que comenzó el mundo civilizado.

La autoconciencia en el despertar humano y la calidad de los talentos, el hombre en el proceso histórico, desde los filósofos de la época de oro en Grecia, la Edad Media, el Renacimiento con la alborada de la ciencia, han dado lugar, con la aplicación de la tecnología, un bienestar, comodidad y salud a las generaciones hasta la época moderna.

Como paradoja, ese hombre sabio (sapiens) jamás supuso que el costo-beneficio de aprovechar los recursos naturales en forma irracional, iba con el tiempo, a ser oneroso, al rebasar los límites permisibles de la naturaleza y continuar en esa forma, acostumbrado al ocio, hasta el estado en que se encuentra el medio ambiente a la fecha. Veamos por qué:

El planeta Tierra, la única casa que tenemos los humanos, está siendo destruida en forma progresiva, sin saber a ciencia cierta que algunos impactos a la fecha, sean irreversibles. Existe, por la tala inmoderada y los incendios forestales, una reducción de un 75% de bosques y selvas húmedas que afecta a la biodiversidad de animales que se repliegan a otras latitudes, con peligro de extinción. Se extingue una especie cada cuatro minutos. El efecto invernadero por humos, polvos y gases que van al techo atmosférico, producen un aumento de la temperatura global que afecta a los climas y ciclos hidrológicos, con períodos de sequía, presencia de ciclones, lluvias torrenciales con inundaciones en otros lados, con grandes pérdidas de vidas y desastres económicos. Queda sólo un cinco por ciento de agua dulce potable y los mares, ríos, lagos y lagunas, se han convertido en cloacas del Mundo, por el vertimiento en sus aguas, de todo tipo de desechos (sólidos, peligrosos, tóxicos y radioactivos), que afectan la vida acuícola que se consideraba inagotable para la alimentación mundial.

La basura sepulta las grandes urbes porque los rellenos sanitarios se colmatan rápidamente, situación insalubre para el hombre. La atmósfera agredida día con día se vuelve irrespirable por la inclusión de contaminantes, producto de la combustión de gasolinas, diesel y otros más, derivados de los hidrocarburos fósiles. La capa de ozono se adelgaza con un agujero preocupante en la Antártida, que hace que ya no sirva como capa protectora de las radiaciones ultravioletas (UV), que afectan la biota, acaban con las bacterias del suelo y al hombre le producen cataratas en los ojos y cáncer en la piel. Las lluvias ácidas producto de los gases con un alto contenido en azufre, acaban con los árboles y pastos a los cuales se unen los gases nitrogenados y el metano en los campos de cultivo. Las tierras están cada vez más contaminadas por agroquímicos y plaguicidas que afectan los productos y su acumulación en los suelos, permiten tarde o temprano, por lixiviación su infiltración al subsuelo con riesgo de afectar las reservas acuíferas. La desertización por mal manejo y abandono de las tierras, la salinidad, las vuelven inertes y con ello, en forma paralela, se acrecienta la pobreza. El pavimento, el avance de los desiertos aumenta el albedo o reflexión de los rayos solares, coadyuvando al aumento de la temperatura, provoca el derretimiento de los hielos polares y glaciares con aumento en los niveles de los océanos, cosa que afecta a las zonas costeras y a los países bajos. Guerras económicas, de fanáticos, con armas atómicas y biológicas de locos. Si analizamos conscientemente los niveles políticos, económicos, sociales y culturales, nos damos cuenta que las cosas no andan tan bien, con la alta corrupción, la ambición del poder y la riqueza. Social y culturalmente se avizora una pérdida de los valores morales, con poco respeto a la vida, a la ética y el mundo enajenado con los eventos deportivos, las telenovelas nada mensajeras de la moral, plenas de tragedias, secuestros y asesinatos, incrementan la angustia y la inseguridad de todos, con ejemplos trágicos de drogadicción, alcoholismo y uso excesivo del tabaco.

Nos preguntamos entonces ¿de qué sirve la inteligencia del hombre con su ciencia y tecnología avanzadas? Nos contestamos en forma conjunta con Jon Erickson cuando dice: “Hemos sido bendecidos con una interesante biosfera que posee una elevada diversidad, repleta de tantas especies como las que llegaron a existir alguna vez. Sería una gran tragedia si debido a nuestro desprecio por el medio ambiente y a la caprichosa destrucción de la vida, llegáramos a alterar el planeta, hasta el punto de volver a una situación de poca diversidad, al extinguirse algunas especies; tendríamos que esperar entonces, quizá millones de años, para que la Tierra se recuperara de nuestra locura.” El humano, una especie en extinción, está cavando su propia tumba.

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