El gobierno norteamericano dice que ha declarado la guerra a las drogas, pero es de dudarse que la pueda ganar. Los programas de rehabilitación y la lucha contra el narcotráfico, y todas las medidas preventivas posibles, son necesarias, pero distan de ser suficientes y claramente no definen el problema. El principal problema en el abuso de drogas es la demanda, ya que la sociedad norteamericana se ha vuelto drogadicta por excelencia. Lo cierto es que Estados Unidos carece de un consenso moral en cuanto al uso y abuso de las drogas y el alcohol. Este consenso debería indicar que el abuso es malo moralmente en sí mismo y que el control, la disciplina, la restricción y la moderación son virtudes esenciales de cualquier sociedad. Solamente un modelo espiritual y moral puede añadir firmeza al modelo médico y militar que se viene manejando para abordar el problema de las drogas. Combatir únicamente el narcotráfico sólo sirve para drenar las arcas de la Tesorería y es un ejercicio de futilidad. El problema es que las drogas se buscan.