La policía de Nueva York se ha vuelto dramáticamente agresiva desde que tomara posesión el alcalde Rudolph Giuliani. Todo ello es en respuesta a una ola de criminalidad que no parecía tener esperanzas de disminuir. A Nueva York se le ha denominado la capital de la heroína, y con justa razón, ya que alberga más de 500,000 adictos a esta droga. Giuliani ha aumentado los sueldos y las pensiones de los policías, y la fuerza aumentó en un sorprendente 40% para proteger la ciudad. Al darles mejores condiciones, dice el alcalde, hay menos posibilidades de que se corrompan. Tal vez tenga razón pero no necesariamente. Giuliani ha manejado la policía de la ciudad con el criterio de que cada arresto es un fracaso. Él dice que la mejor manera de manejar un departamento de policía es prevenir los crímenes y encontrar todas las medidas que desalienten a las gentes de la delincuencia. Tarea difícil, quizás utópicas. El alcalde está determinado a borrar la mala fama de Nueva York y ha invertido muchísimo dinero, al tiempo que ha cortado el presupuesto de escuelas, hospitales, asistencia pública y médica. Por este lado, hay inconformidad. Pero la gente se siente un poco más segura viendo tantos uniformados en las calles. Los estudios dicen que hoy es más posible morir en Los Ángeles que en Nueva York a causa de tiroteos entre pandilleros. ¿Cómo la ve usted? Aquí vivimos mejor.