El Pentágono había negado insistentemente los reportes en la prensa y la televisión de múltiples casos del así llamado “Síndrome de la Guerra del Golfo”. Muchos soldados norteamericanos han venido sufriendo de síntomas que indican que fueron expuestos a gases nerviosos durante la guerra con Irak. Los síntomas de miles de soldados son parecidos: fatiga crónica e inexplicable, migrañas, erupciones cutáneas generalizadas, pérdida de la memoria, artritis en todo el cuerpo y tumores. Los soldados dicen que hubo tantas explosiones químicas que muchos gases nerviosos contaminaron sus uniformes y los penetraron a ellos. Se sospecha que los soldados norteamericanos estuvieron expuestos al gas mostaza y otro agente químico llamado “sarina”. Se especula que si no estaban en los cohetes Scud que lanzó Irak, pueden haberse dispersado a la atmósfera cuando las fuerzas aliadas, primariamente norteamericanas, bombardearon los almacenes nucleares de Hussein. Hoy, la Secretaría de la Defensa admite con reservas que los veteranos tienen un problema de salud, pero hasta ahí.