Al menos en los Estados Unidos y muchos países europeos, ya parece inevitable la declinación de la familia tradicional. Incluso en nuestro país ya empezamos hace años a experimentar este fenómeno que solíamos criticar de los extranjeros. No podemos pelearnos con la realidad y es un hecho que las relaciones familiares son menos y menos como solían ser. Muchos factores han influido para deteriorar la institución de la familia y todos ellos emanan de la vida moderna. Pero la situación es que la familia, como se conoció hace algunas décadas, está ya siendo cosa del pasado. Por un lado, el amor entre hermanos está cayendo a niveles alarmantes, y desgraciadamente lo mismo ocurre entre padres e hijos, y entre los mismos padres. La tensión se ha apoderado de la cama conyugal y el comedor familiar. El divorcio aumenta día con día, pero no dice nada del problema de la familia. Una inmensa mayoría de los matrimonios solamente sobreviven por conveniencia, porque no tienen más alternativa, y todo ello lesiona todavía más las estructuras familiares.