El hambre sigue golpeando a los más jóvenes en el mundo, sobre todo a los niños de menos de cinco años. Un reporte de la F.A.O., dependiente de Naciones Unidas, dice que más de veinte mil niños mueren diariamente a causa del hambre y la desnutrición. Millones de refugiados de muchos países africanos mueren en los desiertos, huyendo de las guerras civiles. En los países pobres, hay casi mil millones de personas que sufren de desnutrición crónica, la mayoría de las veces desde que nacen. La ayuda con alimentos de los países ricos parece ser más que insuficiente para aliviar este mal que azote a la humanidad. Uno de los problemas es que los países productores de cereales, que generalmente brindan asistencia a las naciones paupérrimas, también han visto erosionados sus almacenes de depósito, por lo que la ayuda tiende a ser más limitada. De cualquier manera, es un círculo que parece muy difícil de romper en el África negra negra: guerras civiles, conflictos bélicos con países vecinos, improductividad y sobre todo, y fundamental, una explosión demográfica.