Por más de cuatro décadas, Alfred C. Kinsey ha sido exaltado como el pionero de la sexualidad humana. Pero Judith Reisman, quien recientemente escribió el libro “Kinsey, sexo y fraude”, piensa diferente. La doctora, especialista en sexología, dice que Alfred Kinsey era un charlatán y mentiroso sin ética profesional. Reisman dice, por ejemplo, que muchos de los hallazgos de Kinsey sobre la conducta sexual del hombre los derivó de sus estudios con prisioneros, de tal forma de reportar los resultados que él quería. Un asociado de Kinsey ya había dicho en 1974 que el supuesto “experto” en sexualidad tenía en mente hacer respetables ciertas perversiones y de ahí que falseara los datos. Reisman acusa sin piedad a Kinsey de intentar dar la bendición social a todas las formas de expresión social humana. Por ejemplo, el “santo patrón de la sexualidad” decía que los niños, desde la más tierna infancia experimentan sexo y que pudieran beneficiarse de la interacción sexual con adultos. ¿Cómo llegó a esta inmoral y absurda conclusión?