Reuters
ROMA, ITALIA.- Fue un pequeño paso para el Papa Juan Pablo, pero un salto gigante para el papado.
Por primera vez, un Papa habló ante el Parlamento de Italia, en una visita realizada el jueves cargada de significado histórico para las relaciones del Vaticano con Italia.
En su histórico discurso ante una sesión conjunta, el Pontífice de 82 años habló de los candentes problemas que enfrenta el país, que por mucho tiempo fue gobernado por sus predecesores, hasta la unificación de Italia en 1870.
Hablando con voz firme, Juan Pablo instó a los italianos a tener más hijos para aumentar una de las tasas de natalidad más bajas del mundo.
El Papa mencionó la penosa situación por la que atraviesan los desempleados, fustigó la "decadencia moral" de la prensa e instó a reducir las sentencias para lidiar con el exceso de población en las prisiones.
El Papa también exhortó a Europa a mantener sus raíces cristianas, en momentos en que el continente se embarca en un proceso de ampliación que incluirá a su natal Polonia.
La prensa italiana cubrió el evento casi como si se tratara de un viaje a la luna. Los periódicos dedicaron páginas a la ocasión y la televisión estatal suspendió su programación habitual para transmitir la visita en vivo.
Helicópteros provistos de cámaras siguieron la caravana papal por la corta ruta entre el Vaticano y la cámara baja del Parlamento, y cuando entró a la cámara los diputados recibieron a Juan Pablo con una ovación de pie que se prolongó por dos minutos.
Hasta mediados del siglo XIX, la Iglesia Católica gobernó una gran parte del centro de Italia. Los Estados Papales se perdieron en 1860 y el papado tuvo que rendirse a Roma 10 años después, cuando las tropas del Rey Víctor Manuel entraron a la capital.
Los Papas se consideraban a sí mismos "prisioneros del Vaticano" hasta 1929, cuando la Ciudad del Vaticano, de 44 hectáreas, el único territorio que quedó de los Estados Papales, se convirtió en una ciudad-Estado soberana.
El que pasaran más de 130 años para que un Papa pudiera dirigirse al Parlamento resalta el hecho de que muchos italianos todavía ven la influencia de la Iglesia sobre sus vidas con suspicacia.
Hablando en el edificio que albergó a las cortes judiciales del papado hasta mediados del siglo XIX, el Papa polaco ofreció a los italianos un catálogo de los problemas de la sociedad actual.
Juan Pablo pidió al gobierno sancionar políticas a favor de las familias para aumentar la tasa de natalidad, instando a asumir "un compromiso amplio y responsable" para lograr que las mujeres tengan más hijos.
En términos estadísticos, las mujeres italianas tienen apenas 1.23 niños en promedio, frente a 1.48 para toda la Unión Europea y 1.88 para Irlanda, un país predominantemente católico como Italia.
El Pontífice, cuyo discurso de 40 minutos fue interrumpido 22 veces por los aplausos, instó a implementar "iniciativas políticas (...) para hacer la tarea de tener hijos y de criarlos menos pesada, tanto social como económicamente".
En su discurso, el Papa condenó el aborto, que ha sido legal en Italia desde 1978 a pesar de la enérgica oposición de la Iglesia.
También, habló sobre la inmigración, un tema polémico desde que el gobierno centroderechista del primer ministro Silvio Berlusconi aprobó severas leyes que según los críticos violan los derechos humanos.
Entre los parlamentarios, se encontraba Alessandra Mussolini, cuyo abuelo, el dictador Benito Mussolini, concedió al Vaticano su soberanía en 1929.
"Es un momento importante para Italia y lo escuchamos con gran atención, manteniendo en mente que somos un Estado laico", dijo la legisladora.