“Una cosa es una cosa y otra es otra” como dice mi mami con su lógica infalible. La lucha de los petroleros por el aumento salarial es un recurso legítimo, pero casarla con el apoyo a líderes corruptos es otra recochina cosa.
Los dirigentes sindicales, quienes bajo el viejo régimen siempre estuvieron por encima de la ley, hoy enseñan los colmillos porque se les quiere dar trato de ciudadanos comunes, y para demostrarnos que sigue siendo suyo el poder y la gloria, amenazan con paralizar el país estallando una huelga en Pemex.
Maniatados y con el Jesús en la boca andamos los ciudadanos ante el panorama de catástrofe que nos plantea la dirigencia sindical que como en sus mejores tiempos ha vuelto a recurrir a las alianzas, nudos y complicidades para “negociar” -como ellos llaman- a las componendas y nefastas asociaciones que han sido las columnas de carga sobre las que se sostuvo el viejo sistema durante tantas décadas.
¡Carajo! qué miedo constatar una vez más que nuestra industria fundamental sirve de rehén para negociar la ley. Yo no soy quién para asegurarlo pero creo que los trabajadores de Pemex -quienes saben ya, tal vez lo han sabido siempre, que son usados para fines que nada tienen que ver con la mejoría de sus condiciones laborales- están en el momento ideal de aprovechar el apoyo y la simpatía del pueblo para quitarse de encima el peso de los líderes perversos.
Más de la mitad de los petroleros manifiestan no estar de acuerdo con la huelga, desgraciadamente a estas alturas ya muchos de ellos deben padecer el síndrome de Estocolmo que consiste en que el secuestrado bese agradecido la mano de su secuestrador: el otorgamiento de plazas, los favores, los permisos especiales o el préstamo para comprar la casa, inclinan la balanza a favor de quienes tienen el poder de premiar y castigar.
La historia viene de muy lejos. Mucho antes de que se convirtiera en el viejo saurio que todos los lunes mandaba ininteligibles mensajes desde ultratumba, Don Fidel, (quien bien aposentado en su magnífica residencia en Las Lomas o montado en su lujoso Galaxie siempre del año, luchó hasta el último día de su vida por los trabajadores del país, que en mucho le deben su actual situación) con el rostro impenetrable y la mirada siempre oculta, tenía el poder de poner en jaque a los mismísimos PRIsidentes. Unas cuántas vueltas más a la tuerca, otras caras, otros nombres, pero con los mismos usos y costumbres, los viejos aliados PRI-dirigentes sindicales, arremeten ahora contra nuestra incipiente democracia.
Felizmente empieza a verse la luz al final del túnel, y aunque la amenaza de los saurios de paralizar el sistema nervioso de nuestra economía con una huelga en Pemex nos coloca en un serio aprieto, tanto la decisión del presidente Fox como la del Jefe de Gobierno de acabar con el poder perverso del sindicalismo corporativista y manipulador parecen serias y merecen todo nuestro apoyo.
Imposible seguir permitiendo que la seguridad y el patrimonio de todos los mexicanos sea utilizado para manipular la ley. Prudencia y cordura sí, impunidad no. Ojalá que por esta vez el Presidente cuente con el apoyo y la asesoría de su gabinetazo para enfrentar esta crisis sin comprometer el puntual cumplimiento de la ley; tal como nos lo tiene prometido. Ni un paso atrás señor Presidente, yo desde aquí lo sostengo.
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