Los alfileres de cabeza roja acaparan la parte norte del mapa de la República mexicana que día a día revisan los distintos organismos dedicados al combate de la delincuencia. Los focos rojos se prenden en el estado de Tamaulipas, con un Nuevo Laredo envuelto y cobijado con fuego de metralla. En la colonia Madero una de las más exclusivas de esa frontera, es cotidiano escuchar el traquetear de los rifles de asalto AK-47 y R-15, ajuste de cuentas, venganzas y luchas por el poder de la plaza y control de la droga. Matamoros y Reynosa de la misma entidad, también presentan violencia, pero Nuevo Laredo hace mucho que las rebasó en este aspecto. Sin descartar los crímenes de sectas satánicas.
Nuevo León, otro estado que camina por obscuras veredas, con capos distribuidos no sólo en la capital regia sino en pueblitos, como Río Bravo, policías ministeriales y ex policías de la PGR, todos asesinados a plena luz del día y con el sello de la mafia. En Monterrey ni los hospitales son respetados por los sicarios, que con tal de lograr su fin, hasta ahí llegaron donde un capo convaleciente y su guardaespaldas fueron ejecutados.
El estado más grande de México acapara la atención y para variar es una frontera llamada Ciudad Juárez, donde la muerte se habla de tú con el tráfico de drogas, la prostitución y el pistolerismo aunado al contrabando de armas. Con un récord nada envidiable de aproximadamente 264 mujeres asesinadas en los últimos 8 años y con varios chivos expiatorios en la cárcel, entre los que sobresale un egipcio y dos jóvenes choferes de autobuses urbanos (laguneros para no desentonar), lo raro es que las muertas siguen apareciendo sin que nadie pueda parar la masacre, conocida mundialmente como “Síndrome de Ciudad Juárez”. También las ejecuciones entre narcos es un latente clamor de los ciudadanos.
Tijuana, frontera caliente donde está permitido todo fuera de la ley, desde la droga hasta el tráfico de personas.- -Mira, estar en esa frontera, es conocer el infierno, es más, creo que está mejor el averno- me dijo un amigo de Monclova, que sólo estuvo por motivo de su trabajo un mes en Tijuana. Ciudad de paso como todas las fronteras norteñas, sólo que a ésta llegan por millares a la semana. COAHUILA, región norteña hasta hace poco tranquila, con sus casos aislados, sin embargo ya entró de lleno a los intrínsecos caminos de la mafia y al igual que todo México la policía ha sido rebasada en mucho. En un pueblito de la Comarca Lagunera de Coahuila, llamado Matamoros, en años anteriores se desató un guerra de familias, entre los Burciaga, los Muñoz, los “Chepes” Salazar, los Villalobos y los Nava entre otros, lucha y guerra estéril que duró varios años y costó muchas vidas (aproximadamente 46) algunas inocentes. Ceja Del Río también en un tiempo sentó sus reales en Matamoros y dejó una estela de muertos, que culminó con un escape a sangre y fuego del Sanatorio Español de Torreón. Tiempos de sangre y desaparecidos cuando Mario Flores Guerra era jefe de Policía y Tránsito del estado de Coahuila y después jefe de un grupo en Jalisco de la Policía Militar, Flores Guerra fue muerto por un francotirador en Cuatrociénegas, Coahuila, aunque siempre se dijo que se había suicidado. Entonces la violencia en Coahuila no dejaba de ser hasta un plática romántica comparada con la que existe en la actualidad.
Ciudad Acuña, tierra sin ley, cualquier semejanza con Sodoma y Gomorra, será mera casualidad, con asentamientos fuera de control y toda estética perdida en la ciudad, verdaderas fajas de miseria, calles sin pavimentar, sin servicios y una violencia desmedida. TORREÓN desde hace algún tiempo, la droga, los capos y la muerte llegó como simple casualidad, con cadáveres sembrados a lo largo y ancho de la ya incontrolable mancha urbana. Un periférico Torreón-Gómez-Lerdo, antes el trampolín y la pasada de la droga para los EUA, ahora parte de esta droga se queda en los expendios, cantinas, tugurios y moteles de paso de este periférico, donde el vicio y los distribuidores de droga sentaron sus reales. El crimen sí paga y el soborno rebasó en mucho a la seguridad pública. Las ejecuciones y muertes en circunstancias no muy aclaradas lo evidencian.
El ejercicio de las diferentes corporaciones, desde la PGR hasta la Policía municipal pasando por los diferentes grupos especiales, ministeriales, estatales, para el combate de pandillas, de secuestros, etcétera, en estos casos ha sido nula, tanto en la prevención, como en el combate de la delincuencia y al contrario, el consumo de la droga y la venta de ésta al menudeo va en aumento. SAN PEDRO es sin duda punto y aparte, con droga hasta en el penal (aunque ésta es la constante de todos los Ceresos de México), San Pedro a pesar de ser un pueblo más chico que Torreón es sin duda donde prolifera más la venta de todo tipo de estupefacientes.
La detención de dos o tres distribuidores o subjefes de bandas es ponderada por las corporaciones policíacas, pero la droga y la muerte siguen en circulación. El menudeo, el trabajo “hormiga” en la distribución, comercialización y venta de la droga no ha podido ser erradicada y la PGR piensa que Torreón sigue siendo el mismo ranchito de hace 20 años y mantiene la plaza con pocos elementos y donde aún se dan los viejos vicios de tener y solapar las “madrinas”, muchas veces el enemigo dentro de las corporaciones con policías y hasta jefes viciosos y corruptos, la prueba es que en muchas de las bandas de secuestradores o distribuidores de la droga están presentes policías. Otra más, cuando llega un delegado(a) de la PGR a una determinada región para hacerse cargo, se dice que la plaza es comprada por los capos y va desde $120,000 al mes, hasta el medio millón de pesos. ¿Serán capaces los probos delegados de venderse y ser sobornados?
La MUERTE tiene permiso de vagar y hacerse presente en bulevares, calles, avenidas y callejones de Torreón y toda la región Lagunera, incluyendo los ejidos, con la venta clandestina de alcohol y drogas entre gambas, amén de los borrachos y “vendettas” entre policías y sicarios a plena luz del día. Permiso para morir al ser chocado por un beodo que jugaba carreras con la muerte y con la mirada daltónica pasándose semáforos. Con cifras alegres y declaraciones de los altos jefes policiacos nada se remedia y nos podemos preguntar ¿si el clandestinaje de la venta desmedida de alcohol y la droga tienen permiso? ¿Entonces, por qué la muerte no?
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