Francisco y Jesús desde hace un año son amigos, ambos se dedican a las ventas, tienen 24 años y comparten un gusto por los tatuajes.
Jesús se realizó su primer tatuaje a los 15 años, ahora tiene cuatro: dos en el tobillo, uno en el muslo y otro en la espalda.
Francisco hasta los 18 se tatuó el primero, y en menos de un año se hizo los siete más que hoy tiene: tres en cada brazo, uno en la pierna y otro en la ingle.
Coinciden en que los tatuajes son estéticos, simbólicos y les gusta como se ven.
“Me gusta andar rayado de la piel porque son adornos, aunque mucha gente no lo crea”, dice Francisco.
Su primer tatuaje, -consideran-, es el menos pensado y el que menos les gusta.
Jesús comenta: “El primero del tobillo, es un sol, lo vi en una revista y de la emoción de tatuarme, me puse cualquier cosa, ya después busqué algo con significado.
No me gusta mucho, por eso voy a cambiarlo con otro, pero no pienso quitármelo”.
“En el primero siempre te pones algo comercial o común. Te rayas la primera vez y te quedas con ganas de seguirle, entonces ya quieres que diga algo”, opina Francisco.
Para ellos, sus tatuajes representan sueños, creencias, momentos importantes en su vida.
“Cuando tenía 15, me lo puse por rebelde, me recuerda ese tiempo y el último nació de un sueño, tiene un significado especial para mí, es lo que quiero ser. Es muy íntimo”, explica Jesús.
Francisco expresa que sí hay discriminación hacia las personas tatuadas, en especial en los trabajos: “Creen que los tatuajes son igual a drogas. Si supieran que tengo tatuajes a lo mejor me despedirían”.
Sin embargo, Jesús admite que la discriminación ha disminuido porque los tatuajes se han convertido en una moda: “Mucha gente se tatúa porque todos los hacen, por decir que son “malos”. Son los que se ponen una rosa y andan enseñándola”.
Los tatuajes son un adorno personal, no para mostrarlos: “Me los puse sólo para traerlos, a veces se me olvida que los tengo. Si quisiera enseñarlos, me tatuaría el cuello o la cabeza”, agregó Francisco.