Reuters
Caracas, Venezuela.- Cientos de miles de personas se concentraron ayer en las calles de Caracas para marchar y pedir la renuncia del presidente Hugo Chávez, derrocado fugazmente en abril, en una nueva muestra de las tensiones políticas que vive esta nación sudamericana.
Los partidos políticos de la oposición, aliados en la llamada Coordinadora Democrática, hicieron la convocatoria a la “Toma de Caracas” con el respaldo de los sectores empresariales y sindicales del país, que amenazan con declarar un “paro cívico” nacional en una fecha aún no determinada.
La capital permanecía en calma mientras efectivos militares custodiaban algunas zonas, en un operativo de refuerzo de seguridad que desplegó el gobierno desde el fin de semana en medio de las denuncias hechas por Chávez acerca de que los organismos de inteligencia “abortaron” un intento de golpe de Estado.
El servicio de transporte público funcionaba normalmente y los comercios abrieron sus puertas, pero muchas escuelas dieron el día libre.
Sin embargo, grupos de seguidores del presidente bloquearon los accesos de algunas de las principales vías que comunican a Caracas con ciudades del interior, para impedir que llegaran a la capital más participantes a la marcha.
Reportes de radio y televisión informaron que en la autopista que une a la capital con el occidente del país, los llamados “chavistas” colocaron camiones y quemaron llantas para obstaculizar el tránsito.
Incluso dijeron que se produjo un tiroteo entre “chavistas” y “antichavistas” en un agrio enfrentamiento que habría dejado algunos heridos. La Guardia Nacional dispersó con gases lacrimógenos a los grupos enfrentados, dijeron reportes radiales, mientras la autopista seguía cerrada y custodiada por efectivos militares.
El ministro de la Defensa, José Luis Pietro, acompañado por el Alto Mando Militar, se dirigió al país el miércoles a medianoche para garantizar la seguridad de la marcha, en un intento de calmar los temores de que puedan generarse hechos de violencia.
Dijo que en las zonas adyacentes al palacio presidencial de Miraflores, en el centro de Caracas y a donde no está previsto que llegue la marcha, “se van a ubicar contra-francotiradores (...) con la única responsabilidad de resguardar la vida de los ciudadanos”.
Tensiones militares
Prieto también exhortó a los civiles y militares a mantener la paz y el sosiego.
Chávez, un teniente coronel retirado que ha reiterado que no va a renunciar, fue brevemente derrocado el 12 de abril cuando un grupo de oficiales de alto rango se alzó al responsabilizarlo de los 17 muertos y decenas de heridos por armas de fuego durante una enorme marcha opositora el 11 de abril, en el tercer día de una huelga general.
El militar retornó al poder 48 horas después, de la mano de tropas leales y de miles de sus seguidores que salieron a las calles pidiendo su regreso, en medio de hechos violentos y saqueos que elevaron la cifra de muertos a unos 60 y cientos de heridos.
Seis meses después, el oficialismo y la oposición aún se culpan mutuamente por los trágicos sucesos sin que se hayan establecido responsables, mientras el país vive en la zozobra y en medio de persistentes rumores de un nuevo golpe de Estado.
El miércoles, los intentos de detención de dos generales que se pronunciaron contra el presidente avivaron las tensiones políticas y provocaron manifestaciones espontáneas en las calles y “cacerolazos” contra el gobierno.
Fuerzas de seguridad del gobierno intentaron arrestar en horas de la noche al general Manuel Rosendo, quien fue uno de los militares de confianza de Chávez y ahora uno de los 300 oficiales investigados por su presunta participación en el golpe de abril.
La operación para arrestar a Rosendo ocurrió después de que el oficial instó al alto mando militar y a los generales y almirantes de la Fuerza Armada Nacional (FAN) a impedir el uso de las armas en la marcha de ayer, tras acusar a Chávez de ser responsable de la violencia en la marcha de abril.
Paralelamente, otro general, Enrique Medina, quien también lanzó duras críticas al gobierno, denunció un intento para detenerlo cuando se dirigía a un canal privado de televisión para participar en un programa de opinión.