?Dios perdona siempre, los padres casi siempre, las parejas rara vez y el cuerpo nunca?. Esto lo decía un urólogo. Mientras somos jóvenes, la salud es lo último en lo que pensamos, si es que pensamos en ella. Después de los cuarenta, la frase inicial se cumple, pasa la cuenta y empezamos a pagar la factura de nuestros descuidos, de nuestra imprevisión para el futuro y de los excesos cometidos durante la juventud.
Las consecuencias de los años, empiezan a aparecer y llegamos a la edad de los ?nuncas?, ?yo nunca había sentido este dolor?, ?a mí nunca me había hecho daño tal comida?, ?yo nunca me cansaba haciendo esto?, etcétera. Cuando ya estamos cerca de los cuarentas, empezamos a preocuparnos de las arrugas, por los kilos de más y por la acumulación de los años. A partir de los cuarenta o cuarenta y cinco años, la mayoría de las personas desean cambiar sus hábitos porque hasta entonces se dan cuenta de que nada han hecho para mantenerse en forma. Desafortunadamente todo queda en preocupación y en buenas intenciones. En lugar de comer en forma balanceada, hacer ejercicio, dormir bien y dejar el cigarrillo y la bebida, las personas que tienen problemas de salud acuden a la magia de la mercadotecnia y compran los métodos y aparatos que promete cosas como ?adelgace comiendo?, ?tenga abdomen de lavadero con cinco minutos de ejercicio cómodamente acostado?, ?reduzca hasta tres tallas en una semana con el uso de nuestras vendas y cremas?, ?cinco minutos con este aparato, equivalen a dos horas de ejercicio?, etcétera.
La gran mayoría de las personas no hacen ejercicio regularmente y sus hábitos alimenticios dejan mucho que desear para conservarse saludables.
Después de los cuarenta años, deseamos permanecer jóvenes y no queremos que el paso de los años se refleje en nuestro rostro o en nuestras manos.
En una reciente encuesta realizada por la organización Gallup en la Laguna, un porcentaje alto de los habitantes afirma que usa cremas y tratamientos faciales. Uno de los negocios que más éxito tiene y seguirá teniendo es el que tiene que ver con los hábitos y productos para contrarrestar el envejecimiento. Tengo un amigo extranjero radicado en México desde hace mas de veinte años al cual siempre admiré por el cuidado tan especial que tenía con su automóvil, siempre le daba un mantenimiento preventivo excepcional y su vehículo siempre estaba en perfectas condiciones a pesar de no ser de modelo reciente.
Hace varios años, a mi amigo le dio un ataque cardíaco muy severo y a partir de entonces sus hábitos cambiaron radicalmente con el objeto de conservarse sano.
Si él también se hubiera aplicado mantenimiento preventivo a su persona probablemente hubiera evitado el infarto.
Siempre creemos que los infartos les dan a los demás, uno nunca se infarta, al menos esa es nuestra convicción. Y aunque tengamos una carga genética adversa, hábitos sedentarios, seamos fumadores empedernidos, trabajadores incansables y sometidos a un estrés violento, no tenemos el tiempo ni la sabiduría para detectar que en todo nuestro organismo se están encendiendo focos rojos de alerta máxima.
Estamos demasiado ocupados tratando de ganar lo suficiente para mantener a nuestra familia lo mejor que podemos. No es sano trabajar 14 o 16 horas al día todos los días.
Debido al ritmo tan agitado y desordenado de nuestras vidas no es de extrañar que después de los cuarenta años andemos tomando Halción para dormir, Prozac para despertar, Tenormín para la alta presión, Aspirina para prevenir un infarto, Frisium para la angustia, Tafil para relajarse, Dyazide para orinar correctamente, Losec para la esofagitis, Voltarén para las contracturas musculares, Dorixina para los dolores difusos, Melox para las agruras, Metamusil para que todo salga bien y Viagra para lo que se ofrezca.
Yucatán es un estado que ha dado a México excelentes poetas, cantantes, compositores, humoristas y políticos. Dentro de estos últimos, está, aunque ya no esté, Carlos Castillo Peraza quien alguna vez dijo que en Yucatán, ?la estatura promedio es 1.55m, ¡pero también hay chaparros!? Y el humorista yucateco Marco A. Almazán, escribió en 1989 en su libro ?Y sigue la mata dando?, el artículo ?La cuestión de la edad?en donde afirma que la edad de un individuo no se mide por su existencia cronológica, sino, por las condiciones de salud de las diferentes partes de su cuerpo y de sus órganos vitales. Como ejemplo, él mismo calculaba su edad real de la siguiente manera: de huesos 30 años; de hígado, 60; de pulmones, 40; 18 de tacto y paladar; 50 de movimientos y reflejos y según decía él, de aparato genital, 20, lo que daba un promedio de 59 años con lo cual salía ganando pues su edad cronológica era de 66 años.
Marco A. Almazán se adelantó más de diez años en su teoría. El sitio de Internet Real Age (edad real) sugiere una prueba que abarca siete aspectos de la persona entre los que se encuentran por ejemplo:: hábitos alimenticios, educación, antecedentes familiares, ejercicio y actitud. Las respuestas de quien se aplica la prueba, le añaden o restan años y al final, Real Age le indica la edad real que tiene comparada con la edad cronológica. Adicionalmente, este sitio de Internet le describe a los usuarios 44 acciones científicamente probadas para disminuir la edad.
Las 44 acciones se dividen en acciones fáciles, moderadas fáciles, moderadas, moderadas difíciles y muy difíciles. Vea enseguida algunos ejemplos de estas acciones para disminuir la edad y los años que reducen cada una de ellas:
Acciones fáciles.- Aspirina diaria 1.9 años, vitaminas C y E diarias 6 años, cepillarse los dientes y uso de hilo dental 3 años.
Acciones moderadas fáciles.- Asolearse, pero no mucho 1.7 años, tomate 0.8 años, alejarse de las personas que fuman 7 años, una copa diaria de vino 1.9 años, un buen desayuno diario 1.1 años.
Acciones moderadas.- Tener un perro 1 año, dormir 3 años.
Acciones moderadas difíciles.- Colesterol bajo 1.7 años, ejercicio diario 3 a 8 años.
Acciones muy difíciles.- Presión baja 10 a 15 años, no fumar 8 años, mantener el peso deseable 6 años.
Además de conocimientos, habilidades y actitudes positivas, debemos tener ante todo, buena salud.
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