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ACTEAL, Chis.- Ayer, como hace cinco años, los familiares, amigos y sobrevivientes de la matanza de Acteal salieron a llorar a sus muertos y a pedir castigo para los autores materiales e intelectuales de este hecho que dejó lesionadas a una veintena más.
Acompañados del obispo Felipe Arizmendi Esquivel, activistas extranjeros, párrocos y autoridades comunitarias, los familiares de las víctimas recorrieron los 150 metros que van de la ermita de tablas y piso de tierra al lugar donde están los restos de los asesinados.
Todos llevaban una veladora y una hoja tamaño carta, con el nombre de cada una de las 45 víctimas. El tzotzil Francisco Vázquez que perdió a sus hijas Marcela y Antonia, de 30 y 21 años de edad, levantaba altivo su pancarta con una mano. Niños, mujeres y hombres se postraron ante los restos de sus familiares. Olía a juncia (ramas de pino), incienso y parafina.
Afuera, grupos musicales entonaban cánticos religiosos. El “Coro de Acteal”, integrado por jóvenes mujeres, cantaba loas y alabanzas en tzotzil.
Y aunque ayer fue un día de “gran dolor” para los integrantes de “Las Abejas”, el pueblo parecía un mercado.
Mujeres de todos los parajes cercanos a Acteal llegaron a vender mandarinas, yuca, chayotes, jícaras, tamales, café, cebollas, tomates, cacahuates, plátanos y hasta mercería y ropa. Varios extranjeros conversaban con indígenas o entre ellos.
En la hondonada donde está el “mausoleo”, los dirigentes de “Las Abejas” recordaban que hace diez años fue fundada esa organización y cuando contaba con apenas un lustro, perdió a 45 de sus integrantes en el peor hecho de violencia registrado en la historia de Chiapas.
El historiador de origen francés Andrés Aubry, aseguró que en Chiapas no gobierna Pablo Salazar, sino los generales. “Así es...”, apostillaba mientras se enfilaba hacia el templete donde autoridades religiosas y comunitarias encabezan los actos para recordar a las 45 personas muertas.
A unos siete kilómetros de Acteal, un grupo de hombres permanecía en el banco de arena de Majomut, motivo de la violencia en Chenalhó entre priístas, cardenistas y zapatistas, y que antes, hasta el 19 de diciembre de 1997, había dejado un saldo de 17 tzotziles muertos y una docena más de heridos.
En la entrada principal de la mina, un letrero advierte quién está a cargo de éste: “Banco de arena de Majomut. Concejo autónomo de Polhó. EZLN”.
Muy cerca de ahí, en el destacamento militar de Polhó, varios militares con un brazalete amarillo en el brazo izquierdo con la leyenda: “Servicio social”, registraban con cámaras de video y fotográficas el paso de automovilistas.
Se cumplió un año más de la matanza y los deudos clamaron otra vez, al igual que 1997, castigo para los responsables intelectuales de la masacre, pero un dirigente de ellos dijo que en Chiapas la “justicia parece no existir”.