“Han inventado algo que puede hacer el trabajo de 20 hombres... se llama mujer.”
Anónimo
El siglo XX ha sido considerado como el siglo de las mujeres. Y quizá haya algo de razón en ello. En ese siglo apenas terminado se concedió el voto por primera vez a las mujeres en la enorme mayoría de los países del mundo, incluido —tardíamente— el nuestro. Las mujeres entraron además masivamente en la fuerza de trabajo y la transformaron de manera radical. Además, fue el siglo de la introducción de métodos anticonceptivos, que liberaron a la mujer de la concepción forzada a la que ésta había estado sometida desde el principio de la humanidad y de la revolución sexual, que puso a la mujer en un plano de igualdad frente al hombre en el campo de las relaciones personales.
El papel de la mujer, como simple cocinera, niñera y sirvienta del varón, ha cambiado de manera significativa. Pero eso no significa que las mujeres hayan alcanzado ya una verdadera equidad en términos de su capacidad y aportación a la sociedad.
Incluso en la Unión Europea, quizá el rincón más avanzado del planeta en términos de trato a la mujer y en los niveles más altos de la academia y la política, las mujeres siguen percibiendo un ingreso 18 por ciento inferior al de los hombres que desempeñan el mismo trabajo. En México y otros países en vías de desarrollo la diferencia en ingresos es mucho más importante. Además, aquí hay todavía muchas profesiones en las que simplemente no se permite el acceso a las mujeres. Por otra parte, la violencia contra las mujeres, tanto dentro del seno familiar como en la sociedad en general, se mantiene todavía como un problema enorme. Lo mismo ocurre con el acoso sexual en el ámbito laboral. En muchas comunidades indígenas de México se sigue usando a la mujer como una simple propiedad del padre, el hermano o el esposo. En los países árabes y en algunos de África y Asia el trato es todavía peor. La discriminación no solamente existe sino que está institucionalizada y legalizada. En algunos países árabes, por ejemplo, abiertamente se prohíbe a las mujeres conducir automóviles o trabajar en oficinas en las que pueda haber hombres. La lapidación hasta la muerte de mujeres —pero no de hombres— acusadas de adulterio ha revivido en la zona musulmana de Nigeria. En Pakistán recientemente una corte islámica promovió la violación multitudinaria de una adolescente por el “crimen” de que su hermano había salido con una muchacha perteneciente a otra casta.
Éste y otros temas están presentes en el Foro Internacional de las Mujeres que está celebrando su primera conferencia de liderazgo en la ciudad de México. La organización, que es presidida actualmente por la ex senador mexicana Luz Lajous, está compuesta de mujeres destacadas de 35 países que se reúnen dos veces al año para estudiar temas de género y de la sociedad en general. Los temas en particular de esta reunión, titulada “Romper la brecha”, tienen que ver con “la paz cultural, la dignidad económica y la supervivencia global”. Una de las características de este Foro Internacional de las Mujeres es que no busca encerrarse en el sexismo en el que se han refugiado tantas organizaciones feministas en el pasado.
La organización no cierra las puertas a los hombres. Significativamente, el discurso principal del día de hoy lo ofrecerá, en una conexión vía satélite desde Londres, un hombre: el doctor Anthony Giddens, director de la London School of Economics, sociólogo reconocido en todo el mundo y generador del concepto de la “tercera vía”. Esta misma apertura a gente que pueda poner ideas sobre la mesa, independientemente de su género, se revela en todas las mesas de trabajo del Foro.
La enorme mayoría de las mujeres de México y del mundo, por supuesto, no se enterarán siquiera de la realización de esta reunión. De hecho, me queda claro que las condiciones de vida de las mujeres no cambiarán por la realización de una conferencia internacional. Lo que sí es evidente, sin embargo, es que el mundo está perdiendo mucho por el trato discriminatorio a las mujeres. No se trata nada más de una injusticia. En estos tiempos de creciente competencia global, ninguna sociedad puede darse el lujo de descartar de antemano la participación en su actividad económica y social de más de la mitad de su reserva de talento. No me sorprende que los países que gozan de mejor nivel de vida sean también los que le han dado a las mujeres un papel más importante en su actividad cotidiana.
Presupuesto
Ahora que se está preparando el presupuesto, cada petición de más dinero de un gobernador, un secretario de Estado o un legislador debiera estar siempre acompañada de una propuesta de qué impuesto nuevo habría que cobrar o a qué otra dependencia habría que recortarle el gasto.