ROMA - Miguel Angel, quien pintó el techo de la Capilla Sixtina del Vaticano y diseñó la cúpula de la Basílica de San Pedro, hizo creer que era pobre, pero en realidad era muy avaro para mostrar su enorme riqueza, dijeron historiadores estadounidenses.
"El fue un hombre divertido, algo paranoico y algo deshonesto, quien no quería que se supiera que era fantásticamente rico", dijo Rab Hatfield, profesor de la rama florentina de la Universidad de Syracuse, a Reuters el lunes.
Miguel Angel se quejaba en su vejez que estaba viviendo en la pobreza, pero Hatfield sostiene que amasó una gran fortuna al crear obras maestras como su deslumbrante David en mármol blanco, ahora en la galería Accademia de Florencia.
Hatfield ha descubierto dos cuentas bancarias de Miguel Angel y numerosas escrituras de compras que muestran que el prolífico pintor, escultor y arquitecto tenía una fortuna de unos 50.000 ducados de oro cuando murió en 1564, más que cualquier príncipe o duque de esa época.
"Era un enorme, realmente enorme monto de dinero", afirmó Hatfield, quien publicó sus hallazgos en un libro titulado "La riqueza de Miguel Angel".
Como forma de comparación, destacó que el Palacio Pitti, una grandiosa construcción en el centro de Florencia que ahora es una amplia galería de arte, fue vendida a una duquesa durante el período de vida de Miguel Angel por 9.000 ducados de oro.
"Le gustaba mantener grandes cantidades de dinero en una caja de madera al lado de su cama. Cuando murió se encontraron 8.400 ducados en la caja", dijo Hatfield.
Sin embargo, la mayoría de la fortuna estaba atada a bienes raíces, entre ellas una granja cerca de Roma que producía un importante ingreso, así como casas en el centro de Roma y Florencia.
"Miguel Angel trató de dar la impresión de que sus clientes, especialmente los papas, lo habían tratado injustamente cuando fue todo lo contrario", afirmó Hatfield.
"Ellos le pagaron muchísimo dinero pero él mordió más de lo que podía tragar y a veces no entregó (las obras)", agregó.
La cuenta bancaria del artista en Roma mostró que el papa Julio II desembolsó enormes cantidades de dinero como pago por adelantado sobre 40 estatuas tamaño natural que Miguel Angel supuestamente crearía para la extravagante tumba del papa.
Ocupado con otros pedidos, Miguel Angel sólo completó tres de las estatuas, aunque una de ellas, un Moisés sentado, está entre sus obras maestras.
"Si ese Moisés estuviera en el mercado hoy día, no podría imaginar la cantidad que valdría, por lo que en una manera se podría decir que el pago fue justo. Pero para los estándares de aquel momento, estaba bien sobrepagado", dijo Hatfield.
Hatfield afirmó que la leyenda de un Miguel Angel sin dinero se había mantenido porque las cuentas bancarias no habían salido a la luz y porque era una historia más placentera que la realidad.
"Nos gusta que nuestros artistas sean pobres y sufran; no nos gusta que sean ricachones", concluyó.