ANAHEIM, California.- Vapuleados y con la soga al cuello, los Serafines de Anaheim procurarán hoy mantener con vida sus esperanzas de ganar una Serie Mundial en la que los papeles se revierten a cada rato.
En un sensacional giro a la serie, los Gigantes de San Francisco se encuentran ahora a una sola victoria de coronarse campeones.
Apenas unos días atrás, los bateadores de Anaheim tenían contra las cuerdas a los Gigantes, y muchos presagiaban que los Serafines se llevarían la serie cabalgando.
La alegría de Anaheim se esfumó en un abrir y cerrar de ojos. Sus bateadores se han visto silenciados en los dos últimos juegos, mientras que su bullpen ha dado muestras de flaqueza.
Los Gigantes no pueden estar en mejor posición para buscar el título tras haberle propinado el jueves una soberana paliza 16-4 a los Serafines para ponerse arriba en la serie.
Un equipo que parecía depender en demasía de Bonds ha visto el repunte en la producción de Benito Santiago, Jeff Kent y Rich Aurilia.
Kent viene de disparar dos jonrones en el sexto juego, Aurilia se ha encendido y Santiago está aprovechando la circunstancia de ser el hombre que batea detrás de Bonds en la alineación.
De momento, los Serafines quieren dejar en el olvido la humillante derrota del jueves.
?Hay que ir paso a paso. Es un partido de vida o muerte y vamos a recurrir a cada uno de nuestros peloteros?, señaló el manager de los Serafines Mike Scioscia.
?Lo que pasó, pasó?, indicó a su vez Francisco Rodríguez, el relevista venezolano de los Serafines y revelación de la postemporada. ?Vamos a nuestra casa, a nuestra selva, como le digo, y ahí todo puede ser diferente?.
Anaheim puede tomar consuelo en lo ocurrido en la Serie Mundial del año pasado. Los Diamondbacks de Arizona regresaron a casa abajo 3-2, pero vencieron a los Yanquis en los últimos dos juegos para adjudicarse el título.
Esa vez, los Diamondbacks contaban con Randy Johnson y Curt Schilling, dos pitchers que pararon en seco a los Yanquis.
Para el sexto juego, la clave apunta a dos lanzadores abridores que se fueron con deudas el domingo.
Tanto Russ Ortiz, de Gigantes, como Kevin Appier, de Serafines, no pudieron pasar del tercer inning del partido del domingo pasado.
Ambos quieren redimirse y prometen una mejor actuación esta vez.
?Tengo la oportunidad de llevar a mi equipo a ganar una Serie Mundial. Es algo que se te presenta sólo una vez en tu vida?, dijo Ortiz.
En el juego anterior a Ortiz le hicieron siete carreras, mientras que a Appier cinco, en un partido que mostró a todas luces el carácter netamente ofensivo de la serie.
Sin embargo, los dos receptores puertorriqueños en la serie presagian que ambos pitchers estarán a la altura de las circunstancias.
?Appier es un veterano?, manifestó Bengie Molina de los Serafines. ?Él sabe lo que está haciendo, sabe lo que tiene que hacer y sabe lo que hizo mal?.
La noche de hoy sábado podría marcar el momento que Bonds más ha anhelado en su carrera.
El trofeo de la Serie Mundial es el único ausente en las vitrinas de ese jardinero fuera de serie, que muchos señalan como el pelotero más dominante del momento, en una escala comparable a la de un Babe Ruth.
Bonds ha ganado títulos de bateo, numerosos galardones al jugador más valioso y es el dueño del récord de más jonrones para una campaña. Su presencia en el Salón de la Fama está garantizada, pero el anillo de campeón brilla por su ausencia.
De momento Barry Bonds palpita con el campeonato, pero no adelanta celebraciones.
?No voy a sentir nada hasta que todo esto se termine?, declaró Bonds. ?Me cuesta dormir desde que empezaron los playoffs. Yo quiero hablar en el campo. Ahí es donde todo cuenta e importa?, acotó.
Los Gigantes no han ganado el Clásico de Otoño desde 1954, año en que todavía jugaban en Nueva York con Willie Mays y compañía. Cuatro años después se trasladaron a San Francisco, una ciudad que aguarda con ansiedad su primera corona.
En el día de descanso de la serie, los Gigantes optaron por tomarse la fecha libre, sin practicar, a lo contrario de los Serafines.