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Grave deterioro del patrimonio histórico de Saltillo

Por Luis Guillermo

Hernández Aranda

DISEÑO MARTÍN GALINDO LÓPEZ

Saltillo, Coah.- Los edificios antiguos permiten al ser humano reconocerse en la historia y entender su presente. Es decir, los identifican como individuos pertenecientes a un conjunto mayor con rasgos comunes.

En el estado hay una gran variedad de lugares arqueológicos, paleontológicos, arquitectónicos e históricos, que pasan inadvertidos para la población y por ende no se procura su conservación.

Saltillo es una ciudad con más de 400 años, rica en edificaciones antiguas, sin embargo el estropeo se repite en cada cuadra. De acuerdo con la Dirección del Centro Histórico, en el primer cuadro de la ciudad existen aproximadamente 180 inmuebles muy deteriorados, de los cuales alrededor de 50 están abandonados e incluso a punto de derrumbarse.

“Son graves las condiciones del patrimonio histórico en Coahuila”, dice Francisco Martínez, delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia, “en el estado existe una particularidad arquitectónica que se ha mantenido un poco aislada de acuerdo a las políticas federalistas”. La edificación en el estado está compuesta básicamente de tierra, arquitectura de adobe, de la cual ya no queda mucho en el país. Dicha característica de las construcciones habitacionales está perdiéndose en el Centro Histórico de Saltillo, donde las casas están a punto de caerse o son remodeladas sin respetar su arquitectura original, siendo transformadas en habitaciones modernas.

La Dirección del Centro Histórico comenta que el principal deterioro de los inmuebles se debe a la falta de mantenimiento, gran parte de las viviendas detectadas se ubican en las calles Maclovio Herrera, Bolívar y Escobedo.

Existe un catálogo realizado en 1982 donde fueron dictaminados cerca de 400 mil inmuebles en todo Coahuila, donde muchas casas quedaron fuera.

“Principalmente aquellas que son casas habitacionales muy humildes, las cuales son de una sola altura, de un solo nivel a doble altura, que desgraciadamente no se contemplaron dentro del catálogo”, dice Francisco Martínez.

“A esto le tenemos que sumar la contemporanización de estos edificios, casi en su mayoría son del siglo XX, construidos de 1900 en adelante, entonces están fuera de un marco jurídico de protección, al menos del Instituto Nacional de Antropología e Historia”.

La ley considera monumentos históricos los inmuebles construidos del siglo XVI al XIX, destinados a templos y sus anexos; arzobispados, obispados y casas curales; seminarios, conventos u otros dedicados a la administración, divulgación, enseñanza o práctica de un culto religioso; así como a la educación y a fines de asistencias, y aquellos para el uso de autoridades civiles y militares.

Para Francisco Martínez hace falta un mayor compromiso de las autoridades en la defensa del patrimonio histórico, lo que ha derivado en su paulatina destrucción.

“Esto ha sido ocasionado por el descuido, la falta de integración de perspectivas gubernamentales desde la federación hasta estatales. Tenemos el caso del gobernador Flores Tapia que desbastó todo lo que fue patrimonio cultural edificado. Es muy claro, Palacio Nacional, todas las oficinas de los ayuntamientos, oficinas de nivel estatal se desbastaron, no queda nada.”

El cuidado del

patrimonio es lo último

Francisco Martínez no duda cuando afirma que la protección al patrimonio en las políticas gubernamentales es lo último, y como dependencia federal los recursos son muy pocos.

Cita como ejemplo la construcción del nuevo edificio del Congreso del Estado, al cual considera “una aberración”, ya que copia un estilo queretano típico, colonial, el cual no se inserta en la arquitectura de Coahuila.

“Debería ser una integración a esta almagama que consideramos patrimonio histórico, pero... no la hay”.

Según la Dirección del Centro Histórico muchos de los inquilinos que viven en inmuebles sumamente dañados permanecen con una renta a perpetuidad, sin embargo, no les interesa invertir en la restauración de dichas construcciones, porque corren el riesgo de que al momento que se resuelva su situación legal, sean desalojados.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia ha tratado de crear juntas locales de protección en base al marco estatal, donde la participación de la sociedad civil es determinante.

“Debería haber una oficina particular de cultura que se dedique a patrimonio cultural y no existe”, dice Francisco Martínez.

El delegado comenta que los gobernantes se muestran interesados en proteger los edificios y realizar acciones dentro de su administración, no pensando en el futuro, simplemente en quedar bien durante su gestión.

Entre las acciones a seguir está el crear profesionales, gente con los conocimientos suficientes para tomar una decisión teórica en cuanto a la conservación del patrimonio edificado, otras áreas serían la cuestión antropológica y museos, además de las arqueológicas.

“Estamos creando conciencia en la Universidades en las carreras de arquitectura, y también utilizamos algunos spots en radio, más la distribución de trípticos”.

“Necesitamos que la sociedad civil reclame, porque si no lo hace, pues será una lucha contra la marea, lo único que haríamos es hacer un trabajo sin objetivos. Por eso fomentamos la creación de patronatos y comités”, dice Francisco Martínez.

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