México, D.F.- En épocas en las que Sean Connery o Roger Moore encarnaron al popular agente 007, nadie imaginaba que una “chica Bond” fuese a estar a la par del agente, y menos aún que se tratara de una talentosa actriz con igual capacidad para interpretar una heroína de acción que un rol dramático.
Halle Berry es esa “chica Bond”, quien en su más reciente filme, Otro Día Para Morir, al lado del actor británico Pierce Brosnan, se coloca a la vanguardia de las mujeres dinámicas, independientes e inteligentes.
Dichas cualidades sin embargo, no son exclusivas de Jinx, su personaje, sino que más bien la propia Berry las posee y las aporta a su rol. Todo esto sin pasar por alto, por supuesto, su arrolladora belleza: Berry es la mujer del rostro perfecto y de un cuerpo como esculpido por la mano de un artista pródigo.
Con esta imagen que conjunta talento y belleza es con la que Berry cierra el año, pero también fue con esta misma con la que lo inició, al ser nominada al Globo de Oro y hacerse merecedora de la estatuilla del Oscar a la Mejor Actriz por su actuación en El Pasado Nos Condena.
El reto para la afroamericana no fue fácil, ya que la trágica historia demandaba una compleja capacidad histriónica: una mujer de color cuyo esposo es ejecutado por un verdugo racista que termina enamorándose de ella. Ambos deben luchar por las enseñanzas que el padre de él le inculcó con respecto a la raza negra. A la trama se anexa además un fatal accidente que le ocurre al pequeño hijo de ella.
Su intensa actuación, envolvente y convincente, capaz de transmitir el más profundo de los dolores humanos –el que una madre experimenta ante la muerte de un hijo-, fue la que la llevó, no simplemente a llevarse la estatuilla, sino a ser la primera mujer negra en hacerse acreedora de dicha presea.
Después de El Pasado Nos Condena, los comentarios acerca de Berry como una mujer bonita más a la que le pagaban por mostrar los senos como sucedió en Acceso Autorizado acallaron.
La mujer de bronce
Sin duda, El Pasado Nos Condena y Otro Día Para Morir marcaron el 2002 como el año de Halle Berry; sin embargo, la actriz originaria de Cleveland, Ohio, tuvo que luchar desde su niñez por encontrar su lugar en esta vida y por ver sus sueños hechos realidad.
Teniendo que lidiar con el abandono de su padre cuando apenas contaba con cuatro años de edad, Halle Maria Berry se vio afectada por otro problema apenas entró a la escuela: un incomprensible racismo por parte de los blancos, quienes la consideraban negra, y también por parte de los negros, quienes no la consideraban ¡lo suficientemente negra!
Su suerte cambió durante la adolescencia, donde su belleza se hizo innegable ante cualquier raza, y fue así como ganó el concurso de belleza Miss América Teen Ager en 1985 y quedó en segundo lugar en el certamen de Miss América en 1986.
Una muñeca de carne
y hueso
Estos triunfos físicos le sirvieron para pagarse la carrera de periodismo que nunca terminó por convertirse en una cotizada modelo de reconocidas firmas como Revlon y para protagonizar varias series televisivas. La más conocida Living Dolls (Muñecas vivientes), iniciada en 1989. Halle quiso probar suerte en cine donde interpretó a una joven adicta al crack en Jungle Fever (1992), papel que le otorgó una excelente crítica. Le siguió el personaje dramático de Losing Isaiah (1993), con el que se identificó por los problemas raciales que sufrió de niña.
En 1992 se casó con su primer marido, la estrella del beisbol David Justice de Atlanta Braves, de quien terminaría divorciándose en 1997.
En 1999 ganó un premio Emmy y un Globo de Oro en el apartado de televisión por su intervención en Introducing Dorothy Dandridge, donde se narra la biografía de Carmen Jones, quien murió trágicamente a la edad de 41 años en los años 60.
El año pasado se casó por segunda vez con el jazzista Eric Benett, con quien dice ser feliz, aunque éste sea un sexópata declarado.