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Hora cero/El Ateneo Fuente

Roberto Orozco Melo

A las ocho de la mañana del 9 de junio de 1867 falleció en su casa del callejón del Trejo, en Saltillo, el licenciado Juan Antonio de la Fuente, ilustre coahuilense que tuvo destacada participación en las luchas del liberalismo mexicano. Benito Juárez, presidente de la República, diría al enterarse de la infausta noticia: “La República ha perdido a uno de sus beneméritos ciudadanos y el estado de Coahuila a uno de sus mejores hijos” .

Era gobernador y comandante militar de Coahuila, a la sazón, el general Andrés Saturnino Viesca quien ordenó de inmediato se rindieran al señor Fuente ­­como era conocido don Juan Antonio—­­ y apresuró el envío al Congreso y la aprobación de la Ley de Instrucción Pública de Coahuila, lo que sucedió el 11 de julio de ese mismo año. Una de sus disposiciones era la creación de una institución de enseñanza superior que llevara el nombre del licenciado Juan Antonio de la Fuente en reconocimiento a sus altos méritos personales intelectuales y patrióticos. Todavía vibraba en la conciencia nacional su valiente imprecación a Napoleón III, como embajador de México en París: “No luchéis contra mi Patria, señor; mi Patria es invencible”. Otro homenaje se rendiría el 11 de enero de 1868 al ilustre diplomático: se impuso su nombre a la Ciudad de Parras, donde había desempeñado el modesto cargo de Jefe Político. Este cargo, breve por cierto, ha causado en varios historiadores la reiterada equivocación de que don Juan Antonio era nativo de Parras, aunque lo fuera de Saltillo.

La institución creada por la Ley de Instrucción Pública se llamaría “Ateneo Fuente” y estaría dedicada a impartir la instrucción secundaria en la capital del estado, por lo cual se refundió en ella el Colegio Público, distinto desde luego del afamado Colegio Josefino que dirigiera el padre Flores Gaona. Fue designado como primer director del Ateneo Fuente el licenciado Antonio Valdés Carrillo, cuyo nombre fue impuesto a una de las principales avenidas de Torreón.

Esta institución educativa vino a ser, junto a la Ley que le dio vida, la impulsora de la educación pública en el estado de Coahuila. A lo largo de sus primeros años vinieron a sus aulas, con sed de conocimiento, muchos estudiantes de Coahuila, más otros de Nuevo León, de San Luis Potosí y de Tamaulipas, ya que su fama de excelencia corría por toda la República. Esa fama no era gratuita, pues en el Ateneo impartían clase los más destacados profesionistas y maestros, entre los que estaban el propio gobernador Viesca, el general Victoriano Cepeda, el licenciado Antonio García Carrillo, el doctor Ismael Salas, el doctor Dionisio García Fuentes, don José García Rodríguez, el licenciado José María García de Letona, don Octavio López, don Francisco Sánchez Uresti, el literato Manuel J. Rodríguez, Rubén Moreira Cobos, Severiano García y muchos otros.

En el Ateneo estudiaron, por esos mismos tiempos, quienes después serían grandes personajes de nuestra historia: el doctor Dionisio García Fuentes, que difundió el positivismo de Augusto Comte en su cátedra y en sus obras científicas; don Jacobo M. Aguirre, notable retórico; el historiador y diplomático Carlos Pereyra, injustamente satanizado por los gobiernos revolucionarios del medio siglo XX y luego reivindicado, al ser traídos sus restos a la Rotonda de los Coahuilenses Distinguidos en Saltillo; el gran poeta Manuel Acuña; don Venustiano Carranza, vengador de Francisco I. Madero y forjador del Estado Mexicano moderno, quien con don Federico González Garza es uno de los dos presidentes de la República ex alumnos de la institución; el gran poeta y narrador José García Rodríguez, cuya obra literaria debe darse a conocer con mayor profusión en toda la República; el político y empresario Aarón Sáenz; el historiador Santiago Roel; don Artemio de Valle Arizpe, el Cronista de la Ciudad de México; el inmenso poeta Otilio González; los bardos Felipe Sánchez de la Fuente, Jesús Flores Aguirre, Práxedes Reyna Hermosillo y muchos más que siempre tuvieron a orgullo haber estudiado en esta institución. Su primera casa estuvo ubicada en la primera calle de Juárez poniente, frente a la Plaza de la Independencia; luego se le ubicó en la casona de las calles, hoy llamadas Ateneo y General Cepeda y en 1933, el gobernador Nazario S. Ortiz Garza, le construyó su actual e importante edificio.

El Ateneo Fuente cumplió 135 años de existencia el pasado viernes primero de noviembre. Tantas cosas buenas podrían escribirse sobre el Ateneo que tendríamos que dedicarle muchos de estos espacios editoriales. Con perdón de mis pocos lectores, dedico éste, con desordenada reseña, a rendir homenaje de gratitud a la institución que me diera abrigo en 1949 para cursar mi educación básica superior. Otras cosas comentaremos después, si Dios lo permite.

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