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Hora cero/El cambio que ha llegado

Roberto Orozco Melo

Tomemos las cosas con calma, mas no tanto como para que nos olvidemos de ellas. Ubiquémonos en los primeros meses del actual gobierno, la República florecía en dudas. La incertidumbre se había instalado en las conciencias, después del jubilum tremens de la votación que eligió Presidente a Vicente Fox Quesada. Sobrevino entonces una etapa de declaracionitis general sobre el cómo hacer para que el gobierno haga y haga lo que haga, lo haga bien. No era un trabalenguas, sino los anhelos de la gente...

Conforme discurría el paso del padre Cronos sobre el calendario, surgía el sobresalto de los ciudadanos ante la conducta diplomática del presidente Fox, que pecaba de lesa sensatez en sus discursos ante los estadistas de América, Europa y Asia y las entrevistas de prensa. Se equivocaba al nombrar a un poeta, pero como él dijo: ¿Qué obligación tengo de conocerlo? Erró otras veces en oportunidad. Al buscar autocorregirse destaca sus propias erratas. Luego dijo que lo que dijo no lo quiso decir. “Cuando te digo digo no te digo digo, sino que te digo Diego”, como en el viejo trabalenguas que aprendimos en la infancia.

Su heterodoxia asusta a los inversionistas. Parece plegarse ante el populismo. Ignora la solidaridad que de México esperaba Washington en relación a los hechos terroristas del 11 de diciembre del 2001. Luego intenta componerla. Consigue un asiento en el Comité de Seguridad de las Naciones Unidas y de repente él mismo borda recomendaciones hacia George W. Bush sobre lo que debe hacer respecto a Iraq. El secretario Castañeda intenta una interpretación de la teoría de su Jefe. Finalmente el embajador Aguilar Zínser expide un voto lampreado de doctrina Estrada a favor de la propuesta estadounidense.

Dios mío, ¿quién podrá defendernos? Ni siquiera “El Chapulín Colorado” que es miembro del partido político de Fox. Pasa el tiempo y pesa el dólar. El peso, a la contra, recibe el impacto, sube unas cuantas décimas, luego baja, luego va otra vez hacia arriba. Los saurinos de la economía llaman a eso un nerviosismo natural y transitorio del mercado. Pero empiezan, del Norte al Sur, las presiones comerciales. No al transporte de carga para que se internen en USA. Peros y recontraperos a productos agrícolas mexicanos. La papa tiene esto, el tomate tiene esto otro. Y en enero empezará a entrar la producción agropecuaria de Estados Unidos y Canadá para invadir el mercado mexicano. Nosotros temblando. El peso, esperando.

Arrecia el frío y no sólo en las relaciones diplomáticas. En las entidades del centro de México sobrevienen heladas que acaban con las cosechas. La perinola del destino dice “pierden todos” y los agricultores se ponen en pie de lucha, invaden la carretera de Morelos al Distrito Federal y amenazan entrar a sus calles para pedir, del gobierno, la consecuente indemnización por los daños. Les ofrecen migajas. Se asustan los pacíficos habitantes de la capital federal. ¿Qué les espera? Allí recala todo tipo de broncas. Llega el Rey de España a visitar su parcialmente recuperada colonia en Las Indias. Con él llegan representaciones de banqueros, comerciantes e industriales. “¡Jolines! ­­les dirá­­ ¡Nada, que hay que invertir! ¡Venga! ¡Aflojad el parné!”

Antes de eso don Vicente se había regodeado como los viejos virreyes en una de las poltronas de la cantina del Hotel Camino Real, donde ha invitado a “una no es ninguna” a Su Majestad, luego de haber chiflado al estilo albañil a algunos que se asomaban por las ventanas de un edificio en construcción. Quería llamarles la atención: “Ya nos vamos, peláos” exclamaría a grito abierto. Sólo faltó excitarlos: “Echen porras”. Contrastaba la discreción del Rey Juan Carlos y de la Reina Sofía ante el desenfado del presidente Fox y la presidenta Marta, quien sonreía a diestra y siniestra. (“Palabra” dixit). Y como los albañiles no les echaron las tales porras, el señor Presidente se dispuso a lanzarlas: “A la bio, a la bao, a la bim, bom, ba: Zedillo, Zedillo, ra, ra, ra” Es práctica de caballeros. Honor a quien honor nos dispensa. Van unas flores por otras recibidas en el combate de requiebros que libran el Presidente que se fue y el Presidente que llegó....

Entre tanto, los mexicanos no sabemos si el país tendrá o no tendrá presupuesto adecuado en el 2003. Ni los gobernadores se van a enterar de lo que ingresa Pemex a las arcas nacionales y mucho menos de cómo se egresan tales recursos. Los diputados de todas las fracciones se friccionan las manos ante la perspectiva de su bono navideño, el último del trienio. La ciudadanía, por su parte, se las frotará en diciembre para atenuar el intenso frío que ya se anuncia. Es el cambio, (por lo menos de clima) que ha llegado, y ni hablar....

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