Unas semanas antes de que se viniera la cosecha de nuez en nuestras regiones, leímos en El Siglo de Torreón unas interesantes declaraciones del ingeniero Emilio Duarte López, sobre las maravillosas propiedades de esta fruta. Decía mi amigo Emilio que la nuez pecanera es muy redituable por su productividad, muy importante por su valor nutricional y muy terapéutica por los valores nutricionales y como control de varias enfermedades, ya sean cardiovasculares, alta presión y cáncer de próstata.
Me entusiasmé, francamente. Mi familia posee unas hectáreas de nogal en Parras de la Fuente y pensé en los beneficios crematísticos que unas declaraciones como las de Duarte podrían tener a la hora de vender la cosecha. Emilio subrayaba en su alegato que debían darse a conocer con amplitud los valores nutritivos y medicinales de este fruto, cuyo cultivo está tan extendido en el sur de Estados Unidos y el Norte de México.
Las nueces pecaneras, leí, son proveedoras de vitaminas y minerales esenciales, tales como el calcio, el fósforo, el hierro, las proteínas, los carbohidratos y las vitaminas de la A y B. Resalta, sobre todo, la presencia de la vitamina B6, la E y la naturaleza neutralizadora de las grasas que contienen, además de que este fruto es rico en aceites “mono-no y poli no saturados” que son los que tienen menos hidrógeno en la molécula y se metabolizan en forma completa. Debido a ellos son preventivos del colesterol en la sangre, evita el endurecimiento de las arterias y previene las enfermedades cardiovasculares. (¡Ufff!).
Pero no había acabado de digerir el amplio espectro medicinal de las nueces. La nota continuaba: “Se ha probado también, añadió el investigador, que más de 300 reacciones enzimáticas en el cuerpo humano dependen de la vitamina B6 (ya citada) y que ésta se presenta en cantidades adecuadas para el metabolismo de las proteínas en los músculos, nervios y el corazón” (Gulp).
Aún había más: “En 1967, dijo Duarte, un investigador norteamericano John Ellis encontró que las nueces curan, por su gran cantidad de vitamina B6, dolores de brazos, hombros y manos causados por una forma de neuritis o artritis (lo que se demostró con) enfermos que consumieron 5 nueces diarias durante seis semanas consecutivas”.
Y por último: “Aunque la carne y el trigo son también rica fuente de vitamina B6, ésta se destruye cuando se somete a temperaturas mayores de 100 grados centígrados al ser cocinadas. La carne y el trigo deben someterse a cocción antes de ser ingeridas, lo cual no sucede con la nuez que se ingiere en estado natural”. Quedé conmocionado y se me hizo tarde para comunicar a mi familia el descubrimiento hecho, gracias a nuestro querido amigo, de un gran capital en aquel conjunto de árboles que nosotros disfrutábamos de manera tan franciscana. Los hermanos troncos, las hermanas ramas y las hermanillas nueces habían jugado con nosotros. Siempre las vendimos al precio que nos fijaban los compradores, creyendo que era sólo un fruto agradable, apenas necesario para la tradicional nogadita de Navidad y ahora resultaba ser todo un rico multivitamínico. Consulté libros y constaté con satisfacción que cada palabra de las que había dicho el ingeniero Duarte al reportero, tenía respaldo científico, salvo que soslayaba el mayor valor que las nueces tenían según los viejos tratados de la historia médica. En ellos encontré un soneto, escondido entre los viejos folios de un archivo dieciochesco, que lo explica claramente:
“Soneto que dice acerca de las dulces virtudes de la nuez”.
Esta nuez, antes nucis, voz latina,/ Es dueña de virtudes estimables:/ Sabor, cordialidad, muy apreciable/ Acopio graso, harta proteína./ Contiene otro valor, el cual culmina/ Su fama de producto noble y chicho:/ En círculos científicos se ha dicho/ Que es al sexo, ingente vitamina./ No creeréis, maguer, tal desempeño/ Pues la soberbia humana, no confiesa/ Que a cierta edad, madre naturaleza,/ Nos niega avara la virtud del leño;/ Pero comed la nuez y con empeño/ Insistid. ¡Haréis grande proeza!
Agradezco al ingeniero Duarte su colaboración involuntaria para esta columna. A cambio, le ofrezco ceder las regalías del soneto trascrito para incrementar la difusión de las propiedades terapéuticas y de otro carácter, del fruto de los nogales. A ver si entonces mejoran el precio estos gringos tales por cuales ...