No fueron buenas todas las noticias que leímos ayer domingo en los periódicos de Saltillo. La más triste, es la reiterada tragedia en que viven los mineros de la Región Carbonífera de Coahuila. El día nueve de noviembre sucedió otro derrumbe bajo tierra, ahora en la mina “El ajuste” del municipio de Progreso con un saldo de dos muertos y varios heridos graves.
En lo que va del Siglo XXI las minas de aquella región han tenido tres accidentes graves con un resultado total de 26 personas muertas y, desde luego, una cantidad preocupante de lesionados. La minería del carbón funciona en Coahuila en peores condiciones de las que reporta la historia en la Inglaterra del siglo XIX.
Tras cada uno de los fatídicos accidentes mineros la reacción colectiva es lamentar las endebles condiciones de trabajo de quienes, por no tener un empleo seguro sobre tierra, bajan al subsuelo, cavan, juntan (en el caso se trata de carbón mineral) y extraen hasta la superficie. Trabajo duro, agotante y en condiciones de inseguridad total; siempre sujetos al riesgo de muerte; por una explosión, un escape de gases mortíferos o un derrumbe del terreno. Los mineros enfrentan esas contingencias sin equipo alguno que los defienda: son ellos, su cuerpo y su alma, un pico, una pala y cuando mucho un casco provisto con una lámpara; no como protección, sino para que miren dónde pican, de dónde sacan el carbón y, sobre todo, para que no dejen veta alguna sin explotar.
Busco en el Diccionario Enciclopédico Espasa algún apoyo referente al tema: “Minería. f. (de minero) Arte de laborar las minas/ Arte de explotar las minas. p. Conjunto de los individuos que se dedican a este trabajo/ Conjunto de las minas y explotaciones mineras de una nación o una comarca/ Industria/. Antiguamente, hasta el año 1870, la minería tenía por objeto explotar los yacimientos ricos, o bien aquéllos en los que se podía trabajar con un mínimo de gasto. La minería moderna comprende la explotación de toda clase de yacimientos, aún los de grado inferior o pobres. Para ello se utilizan medios mecánicos en todo lo posible, con objeto de reducir la mano de obra y resolver problemas como la perforación de pozos, la organización de la mina para que dé mayor rendimiento, la ventilación y el desagüe y el achicamiento, así como todo lo relativo a la salud y conservación de los mineros, el alumbrado interior y la prevención de explosiones han hecho grandes progresos en los últimos tiempos (¿?). Los métodos adoptados dependen de la naturaleza de los depósito que se intentan explotar. Si éstos afloran a cielo abierto, a bajo una cubierta relativamente somera, se emplean excavadores de vapor. Los aluviales auríferos, las gravillas estañíferas, etc., se alcanzan desintegrando y lavando los depósitos, dirigiendo fuertes chorros de agua contra la roca o dragando. En el caso de tenerse que llevar grandes cantidades de mineral a considerables distancias, se usa el arrastre mecánico. El trabajo de llevar el mineral a la superficie se realiza por medio de torno, muy a menudo movidos eléctricamente.....”.
El Diccionario sólo nos ilustra sobre minas organizadas, de explotaciones muy redituables, de yacimientos en que se pueden aplicar los métodos mecánicos, de vapor o eléctricos que menciona la ficha informativa. ¿Sabrán que existe en Coahuila una auténtica reproducción de las minas decimonónicas? Lo ignoramos, pero nuestra microhistoria registra la verdad con un sentido realista y crítico. En el carbón, especialmente en las áreas de Múzquiz, Progreso y San Juan de Sabinas, las minas se explotan. Se explotan los yacimientos y se explota a los propios mineros, que ganan mínimas soldadas a cambio de un extremo esfuerzo y a riesgo de perder la vida. Como en la Revolución las madres bendecían a los hombres que salían a pelear su causa, las madres y las esposas de los mineros se despiden de ellos cada mañana, encomendándolos a Dios, ignorantes de lo que pueda pasar en la jornada de trabajo. Siempre están pendientes del alarido sonoro de la alarma minera que anuncia un desastre. Sus vidas se consumen de espera y angustia por el regreso de sus seres queridos. Eso es morir lentamente en las horas laborables y sólo alegrarse, tranquilas, cuando, al filo del crepúsculo, retornan los hijos y los maridos al seno del hogar.
Ellos, por su parte, saben que no hay más remedio que fletarse en lo único que tienen a la mano, para ganar unos pocos pesos y mantener a la madre viuda (quizás al padre se lo tragó otra mina) a su esposa y a sus hijos. Los empresarios, por su parte, no hacen nada, cuando mucho ponen caras de consternación y preparan su defensa ante la opinión pública, la crítica del señor Cura, las demandas laborales. La Secretaría del Trabajo está muy lejos y sus delegados hacen costra dura ante la repetición de las tragedias. La supervisión federal de las minas es inexistente y al cabo de unos días todo se resuelve en un sepelio triste y una esquela mortuoria, que a veces ni pagan. Pasa el tiempo y llega otro día en que tenemos que leer la misma noticia: “Mueren mineros en derrumbe”...
Estamos en el Siglo XXI. ¿Estaremos?....