La obligación de rendir un informe anual ante el Congreso de la Unión ha sido celosamente observada por los Presidentes de la República en este adolorido México de nuestros pecados, a partir de nuestro titubeante estreno como país independiente; luego en 1857 cuando empezó la vigencia formal de la vida constitucional de la República, (suspendida por las rijosidades entre conservadores y republicanos y el efímero imperio de Maximiliano) y a posteriori: de la restauración de la República hasta la fecha...
El primer mandatario en turno cumplía rigurosamente con la disposición legal de informar al Congreso y al pueblo, pero solía servirse de ella organizando un evento fastuoso y cortesano en el cual el pueblo, los políticos y en algunas épocas hasta la misma Iglesia Católica, le rendían pleitesía.
Los Jefes del Poder Ejecutivo Federal han comparecido con puntualidad ante el Poder Legislativo, conformado por las Cámaras de Diputados y Senadores, para manifestar cuál es el estado general que se observa en la Nación, temática en la que incluyen la situación económica, social y política de la República, la descripción de las leyes, reformas y disposiciones generales aprobadas por las Cámaras y promulgadas por el Poder Ejecutivo; e igualmente las condiciones en que funcionó el Poder Judicial y las obras construidas por la administración pública a la par de las medidas presidenciales que hubiera sido necesario dictar en bien del país.
En un segundo tema, que se califica como “mensaje presidencial”, el primer mandatario de la nación se dirige a las cámaras unidas en Congreso y a todos los ciudadanos del país, para exponer las razones fundamentales de su política interior y exterior, en un discurso generalmente autolaudatorio que daba pie a otro elogio abyecto e innecesario por el presidente en turno de la Cámara de Diputados, en vez de contestar “en términos generales”.
En el recorrido del camino desde la casa presidencial hacia la Cámara de Diputados, como desde ésta a Palacio Nacional, el primer mandatario era vitoreado por cientos de miles de acarreados en calles, avenidas, paseos y bulevares. Muchísimas toneladas de papel confeti bajaban de los pisos superiores en los edificios elevados y de las azoteas de las casas comunes en honor del funcionario, como en la Roma Imperial se lanzaban pétalos de rosas y otras flores sobre la testa de los emperadores en su tránsito hacia el Coliseo.
Al pueblo le repugnaba que en un país supuestamente democrático se llevaran a cabo estas prácticas monárquicas, pero los presidentes de México, desde la República Restaurada hasta los primeros tres gobiernos neoliberales, continuaron con ellas. Poco a poco fueron bajando el tono egocéntrico hasta que, gracias al voto popular en el año 2000, el primer informe constitucional del presidente Vicente Fox devino austera práctica de civilidad y democracia.
El 7 de abril de 1986 fue modificado el artículo 69 para cambiar la fecha del informe presidencial al 1o. de noviembre, dada la lejanía del uno de septiembre con el uno de diciembre, fecha en que tiene lugar, cada seis años, la transmisión del Poder Ejecutivo. Sin embargo, poco después se estableció que solamente se trasladaría la fecha al 1o. de noviembre en el preciso año en que procediera la elección presidencial. Por eso ayer fue la comparecencia del primer mandatario ante el Congreso, pero en el 2005 el informe de Fox tendrá lugar el primero de noviembre.
La limitante de la respuesta del presidente del Congreso al informe presidencial para que conteste “en términos generales” obedece a que no constituye un acto del Congreso, sino una cortesía de su presidente, pues el poder legislativo no ha conocido todavía el texto del informe ni de la respuesta. En los días de gloria priísta, los políticos vaticinaban una futura y brillante carrera electoral para el diputado que había sido “palomeado” por el señor de Los Pinos para que leyera el texto que había sido redactado en Gobernación como respuesta. Hoy día, quien acusa recibo del informe, destaca simplemente, sin futuras implicaciones. Su carrera política dependerá de su propia capacidad, de su partido y de los electores.
Para la apertura de su primer período de sesiones, tercer año de la actual legislatura, el Congreso escogió un horario vespertino, de manera que el segundo informe del presidente Fox Quesada será un material adecuado para nuestra próxima Hora Cero. ¿Nos vemos entonces?...