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Humildad ante todo

Agencias

MADRID, España.- El director y actor estadounidense Woody Allen no se considera merecedor de los prestigiosos premios Príncipe de Asturias, junto a figuras destacadas como la selección de futbol de Brasil y el escritor norteamericano Arthur Miller.

“No lo merezco”, dijo Allen en una entrevista concedida a la televisión pública TVE. Sin embargo, añadió que se sentía muy honrado por el premio. “Va a ser un gran honor en mi vida”, apuntó.

El cineasta nacido en Nueva York y famoso por películas como Manhattan y Annie Hall, entre otras, fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias de la Artes.

La selección de futbol de Brasil recibió el Príncipe de Asturias del Deporte, mientras que Miller recibió el de Literatura.

La ceremonia de entrega de premios, presidida por el príncipe Felipe, se celebrará hoy en Oviedo. Allen, de 66 años, también cree tener una vida aburrida. “Si usted pasara un día conmigo le parecería aburrido (...) es normal, no tiene interés, es una vida típica de la clase media”, dijo en la entrevista.

Por otro lado el director, guionista y actor estadounidense criticó el cine que se hace en Hollywood por “carecer de inspiración y originalidad”, y buscar sólo el beneficio económico, más allá de la belleza del arte.

En un multitudinario acto, retransmitido por Internet, Allen dijo que el cine estadounidense está “en un punto muy bajo desde hace tiempo”, y recomendó a los cineastas de su país que miren a Europa, Medio Oriente y Asia para inspirarse y saber lo que es el arte.

A su juicio, la mayor parte de los proyectos de Hollywood “tienen una base banal, carecen de inspiración y originalidad y su objetivo principal es ganar dinero”.

Allen, quien goza de una legión de fieles seguidores de su cine en Europa, rechazó también la “tendencia predominante” de los últimos 10 años en Hollywood de tener la tecnología como “objetivo final”, no la comedia o el drama, y opinó que “esto es malo”. Al rendir un tributo a la tradición cinematográfica europea, el guionista y actor indicó que “en mi país, cuando quieres ir al cine y piensas un poco, casi siempre vas a ver una película que no es de Estados Unidos”.

Entre las últimas producciones cinematográficas que le han gustado citó dos películas mexicanas “maravillosas”, aunque sólo nombró, de forma errónea, “La Vida es un Perro”, en referencia a la película “Amores Perros”, del director Alejandro González Iñárritu.

Señaló que sólo se considera un “seductor” cuando tiene que buscar financiamiento para sus proyectos, ya que en Estados Unidos sus películas no generan muchos ingresos aunque sus costos de producción también son muy bajos, entre 15 y 20 millones de dólares.

El cineasta aseguró, ante los más de dos centenares de periodistas presentes en la sala, que no deja de sorprenderse cuando cualquier cosa que hace “tiene éxito”, porque siempre está convencido de que todos sus proyectos van a ser “un fracaso total”.

Por eso, se mostró convencido de que tiene “una enorme suerte” y dijo que cuando se enteró de que le habían concedido el Premio Príncipe de Asturias pensó que se trataba de un “error”.

En este sentido, y por su conocido rechazo a la hora de ir a recoger premios otorgados por la industria cinematográfica norteamericana, subrayó que es “un halago tremendo” aunque no crea que el arte “sea una competición”.

Al referirse a su más cinta “Un Final Made in Hollywood”, indicó que la idea de su final “se le podría haber ocurrido a Charles Chaplin o a Buster Keaton, al imaginarse a un director de cine ciego que tuviera que engañar a todos” para que no descubrieran su problema.

No obstante, Allen rechazó compararse a Wilder, Chaplin o Lubitsch, “aunque algunos críticos lo hayan hecho”, porque consideró que la “profundidad artística de todos ellos es mucho mayor que la mía”.

El afamado cineasta anunció que en los días previos a su desplazamiento a Oviedo había finalizado el montaje de su más reciente película titulada “Cualquier Otra Cosa”, una comedia “un poco más seria que las últimas”.

Allen hizo referencia a otros asuntos que aquejan al mundo, y consideró que el problema “más profundo y terrible” a nivel internacional es “la indiferencia generalizada ante el sufrimiento humano, el sufrimiento de los demás”.

Por ello, busca con su obra comprometerse “con la gente que sufre y estar con ellos”, así como “llevar el problema a la gente para que pueda pensar en él”. El director cinematográfico comentó que sus películas tratan de reflejar su propia perplejidad ante los problemas y más que “mensaje” en su obra prefirió hablar de “exploración de ideas”.

“Trato de reflejar el vacío de la existencia. Ese vacío es el problema de raíz sobre el que se desarrolla una realidad tan desagradable. En poco tiempo envejecemos y no tenemos ni idea de nuestro objetivo en la vida”, subrayó.

Asimismo, hizo gala de su buen amor e ironía y lamentó que su actividad sexual esté “decreciendo” a pesar de que él se ve “aceptable”.

“Ahora tengo 66 años y sigo teniendo el mismo apetito y las mismas apetencias, hago ejercicio todos los días y tomo todo tipo de vitaminas, pero las oportunidades se han reducido mucho”, dijo.

“Es una pena que al alcanzar una etapa en la que resulto aceptable mis opciones se vean reducidas”, comentó.

“Ojalá hubiera tenido éxito y confianza en mí mismo cuando tenía 21 años, en vez de cuando tengo 66, pero no ocurrió así”, dijo el cineasta entre las risas de los presentes.

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