Tratándose de los asuntos importantes del país, cada uno de los poderes de la unión ?ejecutivo, legislativo y judicial- van por su propio camino. Cada uno parece enfocado a alcanzar sus metas específicas, y bastante limitadas, sin voltear a ver lo que están haciendo los demás y por lo tanto nunca visualizan la totalidad de la amarga realidad de nuestro país. Si se lograra trabajar en equipo bajo una visión general y real del país, se alcanzarían grandes beneficio para los verdaderos accionistas de México, su gente.
Sabemos, de antemano, que el gobierno no funciona como un negocio simple y sencillamente porque no tiene como objetivo la obtención de utilidades, pero tratándose de los servicios que debe proporcionar a la sociedad sí debería funcionar como un negocio en los procedimientos que fueran aplicables. En cualquier gran compañía con diversas áreas se tienen planes para mantener a todas las divisiones trabajando en la consecución de un objetivo común, pero eso no sucede en el gobierno.
Por otro lado mientras que en los negocios sus accionistas disponen de la información necesaria para tomar las mejores decisiones; en el país la sociedad no tiene la posibilidad de saber, a ciencia cierta, de la real necesidad de cualquier impuesto, nuevo o existente, a menos que el gobierno tuviera la atención de demostrárselo y de plantearle otras alternativas.
Los políticos, y también los ecologistas, deberían proponer alternativas -viables y razonables por supuesto- al tratar de resolver la problemática nacional, de lo contrario nunca encontrarán la mejor manera de lograrlo. La iniciativa privada al igual que dos o tres analistas realmente buenos han hecho propuestas interesantes en cuanto a la materia fiscal buscando que con menor esfuerzo se recaude más, sin embargo históricamente nunca se les ha hecho caso ¿por qué no se les toma en cuenta ahora? Ya basta de ?idear? nuevos y absurdos impuestos. Es un hecho que las necesidades de gasto social se siguen incrementando. Es un hecho que la recaudación no es suficiente para cubrir ese gasto. Es un hecho que si no se controla el déficit, el país -Dios no lo quiera- puede colapsar. Es un hecho que los tres anteriores se han repetido a lo largo de nuestra historia como país independiente. Irónicamente mientras se hacen recortes al presupuesto de egresos y se trata de aumentar la recaudación, cueste lo que cueste y a costo de quien se deje, se están dando pasos hacia atrás en cuanto a lograr que la inversión privada permanezca y se incremente (como ejemplo basta mencionar el pesadísimo sistema fiscal impuesto a las maquiladoras extranjeras cuando debería ser suficiente que generaran empleos directos e indirectos) y por si fuera poco sabemos que las monstruosas empresas paraestatales no trabajan con la cantidad óptima de recursos sino que derrochan sin ton ni son.
Cuando los negocios van bien y en la economía hay señales positivas, los gobiernos suelen ser prolijos en los servicios que ofrecen a la sociedad y no se preocupan demasiado, o mejor dicho en lo más mínimo, en respetar sus presupuestos y menos si son tiempos de elecciones. Es de sentido común que si las cosas van bien, los ahorros de ahora representarán sustanciales beneficios en el futuro. Los funcionarios públicos rara vez visualizan los efectos que en el mediano y en el largo plazo tendrán las decisiones que están tomando en la actualidad. Instalados en sus posiciones de poder, más no de sabiduría, es normal que no se preocupen por buscar alternativas y, menos aún, en pedir opiniones de los ciudadanos.
No nos caería nada mal un estudio serio y veraz sobre los efectos del actual sistema fiscal y de lo que sería una verdadera reforma fiscal integral (que incluyera, por favor, funcionarios capacitados y honestos). Sería por demás saludable conocer otras alternativas tanto en lo impositivo como en la optimización de los recursos por parte del gobierno.
Por lo pronto lo que podemos esperar es que a finales de año, si bien nos va, el poder legislativo a iniciativa del ejecutivo nos salga con lo mismo de siempre: impuestos nuevos y mayores. De seguir así no tardará el día en que nos demos cuenta que es demasiado tarde para volver atrás y estudiar lo que se debió haber hecho. En los negocios los libros son auditados año con año y, en su caso, son sancionados por la autoridad. Las empresas y organismos del gobierno también son auditados ?por las grandes firmas por supuesto- y nunca nos enteramos que hagan nada malo -¿será posible? Basta checar el caso PEMEX- pero en fin de lo que se trata es de que no pueden seguir actuando en forma irresponsable cargándole el muertito a los mismos de siempre, o sea a la sociedad, y si lo van a seguir haciendo, no sean malos, ofrézcannos alternativas para que no se nos haga tan pesado. Es muy probable que pase el tiempo y todo siga como hasta ahora, que nuestra historia fiscal se siga repitiendo una y otra vez. Pero, señores en el poder, no hay que ser, de perdido busquen dos alternativas para cada problema y, si no es mucha molestia, elijan la mejor.
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