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Incertidumbre

ALFONSO LUQUÍN CALVO

La semana empieza cargada de incertidumbre económica. Hace unos días fueron hechos públicos los últimos datos, correspondientes al mes de septiembre, sobre el desempeño del empleo en los EU y se recibieron los reportes trimestrales acerca de los estados financieros de las empresas que cotizan en la bolsa de aquél país. En el primero de los casos, se esperaba que el índice de desempleo, que se ubicaba ya en un 5.7%, aumentase a casi el 6%. Sin embargo, disminuyó para ubicarse en un 5.6%, lo cual ha sido recibido como una noticia ?alentadora?. Para juzgar de forma objetiva lo anterior debemos observar que en realidad hay un doble movimiento; por un lado, la caída de nueva cuenta de la producción industrial ha provocado el sensible aumento en el despido de trabajadores; por el otro, hay un aumento en el empleo de la construcción y los servicios, siendo este último mayor al primero y de ahí la disminución e la tasa de desempleo. Además, recordemos que los economistas se han puesto de acuerdo en considerar que una tasa de desempleo inferior al 5% es normal en las economías capitalistas actuales, por lo que la tasa de desempleo de 5.6% observada aún en la economía norteamericana debe ser considerada como síntoma de una recesión económica o, en el mejor de los casos, relacionada con un período de escaso. Los informes de ganancias de las empresas que cotizan en la bolsa de Nueva York han desilusionado a los inversionistas, reafirmando la idea de que el bajo crecimiento económico se ha fundamentado en la reducción de inventarios y el sacrificio de utilidades, condición esta que difícilmente puede ser identificada como un síntoma de una nueva etapa de reanimación de los negocios. Pasando al lado sur del continente, a la prolongada crisis argentina se suma la incertidumbre de lo que sucederá en Brasil. La economía de este país, cuyas exportaciones van destinadas en lo fundamental precisamente a los EU y la Argentina (un 30%), se encuentra agobiada por una deuda externa de más de 225 mil millones de dólares y una deuda interna que representa más de las tres cuartas partes de todo su producto interno bruto, lo cual la coloca, gane ?Lula? o no, al borde de la suspensión de pagos y la ruina económica. En el animo de los inversionistas existe una tendencia a considerar a los mercados emergentes como un todo y lo que suceda en Brasil afecta a todos estos mercados por igual y esto, evidentemente, puede afectar a la economía mexicana.

El PIB per cápita, es decir, la riqueza que se produce por habitante, es muy similar en México y en Brasil, sin embargo, a diferencia de los 95 millones de mexicanos, hay más de 160 millones de brasileños y el deterioro de las condiciones sociales y de trabajo en aquella nación, que no tiene la válvula de escape de la migración como nosotros, es mucho mayor. De hecho, este deterioro al que nos referimos, manifestado en un aumento de la pobreza, drogadicción, delincuencia juvenil, prostitución, crimen organizado, hacinamiento en el sistema penitenciario, etcétera, se ha mostrado como grave desde hace tiempo, de ahí la explicación de la enorme deuda interna y el déficit público que el gobierno ha acumulado.

La política económica ha podido aferrarse a las recetas de la eficiencia técnica del monetarismo -teoría económica del neoliberalismo- gracias a las continuas concesiones otorgadas al capital extranjero y a la válvula de escape a la que nos referíamos más arriba que consiste simplemente en contestar lo siguiente: ¿Cómo estaríamos si los millones de mexicanos que han emigrado a los EU siguieran aquí?; ¿No habría explotado desde hace mucho la violencia en el campo y en las zonas suburbanas?; ¿No contaríamos las manifestaciones políticas y protestas por doquier?. Estos dos factores explican el por qué la economía mexicana ha podido presentarse ante los inversionistas internacionales como un mercado distinto al resto de los mercados emergentes, y así impedir una fuga masiva de capitales que hunda nuestra economía en una nueva crisis, que en las condiciones actuales, volvería la de 1995 en una caricatura.

Es así como nos podemos explicar que el gobierno mantenga congelados más de 40 mil millones de dólares en reservas internacionales, con el único fin de mantener la confianza en los inversores extranjeros de que su dinero está seguro y de que no existe riesgo alguno de que se les puede pagar. En el terreno interno, se ha convertido la eliminación del déficit fiscal en un fin ineludible, lo cual nos parece correcto; sin embargo, reducirlo a través de la reducción del gasto, cuando se ha usado y se pretende seguir utilizando la política fiscal como estímulo económico a los grandes grupos industriales y financieros (hoy extranjeros), ha resultado más difícil de lo que se suponía, y como se nos ofreció, ¿verdad señor Fox?. Por ello no queda más remedio que controlarlo o disminuirlo a través del aumento de los ingresos del gobierno y como la actividad económica ? la formal, porque la informal ni la contamos- no levanta, entonces el pueblo debe pagar más......mmmmmm, pero ofrecimos no elevar los impuestos, así que ahora se pone de moda eliminar los subsidios. He aquí la posición oficial del gobierno mexicano: disminuir los subsidios populares a la energía eléctrica, al pago del impuesto predial y agua potable, eso sí, sin quitar el dedo del renglón a la eliminación de la tasa cero a los alimentos y medicinas.

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