Criminal, es el calificativo apropiado para la conducta asumida por aquellos norteamericanos que, solos o en grupo, se dedican a cazar inmigrantes provenientes de nuestro país o de Sudamérica; pues además del peligro que representan para nuestros compatriotas, revelan el grado de descomposición que existe en una sociedad que ha perdido sus valores fundamentales y hasta cierto punto la credibilidad en sus instituciones gubernamentales.
Ante tales hechos, es plausible la preocupación de legisladores mexicanos y algunos norteamericanos, que tienen la intención de intervenir a fin de que cesen los ataques hacia indocumentados; de manera concreta, aquellos que se realizan abiertamente en estados fronterizos como Arizona, Nuevo México y Texas, pues en contra de los mismos, son pocas las acciones que lleva al cabo el gobierno de George W. Bush, lo cual da la impresión de que se está aplicando la política de “Dejar hacer, dejar pasar”.
Pero quienes tienen que tomar acciones que vengan a acabar con esa criminal actitud, son los legisladores mexicanos, mediante la interposición de recursos ante las instancias internacionales protectoras de los Derechos Humanos, además de poner especial atención a lo que sucede de este lado de la frontera, pues no se debe descartar la posibilidad de que el gobierno norteamericano, que exige se frene el flujo de indocumentados, busca que el mismo se realice, no en la frontera norte, sino en la sur, con los sudamericanos que entran ilegalmente a México, cruzando el río Suchiate.
Esta es una más de las tareas “sucias” que los norteamericanos quisieran que hagan nuestras autoridades, de manera que ellos sólo se tengan que preocupar por evitar la inmigración mexicana, no así la de otros países del cono sur, pues saben perfectamente que muchos de los que entran ilegalmente a México, lo hacen con la única finalidad de llegar a los Estados Unidos y no para quedarse entre nosotros.