“Nunca confíes en los expertos”
Lord Salisbury
Xóchitl Gálvez, titular de la Oficina de la Presidencia para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, afirmó este pasado fin de semana en el Foro Internacional de las Mujeres que “hay que replantear la nueva globalización económica porque no pueden competir iguales con desiguales”. La señora Gálvez usó como ejemplo la situación de los productores mexicanos de café: “El precio actual del café —dijo— tiene en la hambruna a los pueblos indígenas”.
Es muy posible que así sea. En los últimos años el precio internacional del café sin procesar ha descendido de manera muy importante debido al ingreso al mercado internacional de nuevos productores, entre los cuales destaca Vietnam. “Replantear la globalización económica”, sin embargo, es una solución contraproducente para este problema.
Las exportaciones mexicanas de café, en consecuencia, han venido cayendo durante años no sólo en precio sino en cantidad. Entre enero y agosto de este 2002 México vendió 135.4 millones de dólares de café en grano. En esos mismos ocho meses de 1992, en cambio, las exportaciones fueron de 216.3 millones de dólares. Pero cerrar las puertas de México al comercio internacional del café sería simplemente un suicidio económico. En el año agrícola 2000-2001 México produjo alrededor de 4.8 millones de sacos de café de 60 kilos, pero los mexicanos sólo consumimos un millón de sacos al año. Si cerráramos las puertas a la “globalización”, y tratáramos de bebernos nosotros mismos todo nuestro café, tendríamos que suspender un 80 por ciento de la producción nacional. Esto sería un desastre para una industria de la que dependen, en mayor o menor grado, tres millones de mexicanos.
El intento por rechazar la globalización no es una actitud inusitada entre nuestros políticos. En los últimos meses han sido cada vez más numerosas las voces de políticos que exigen una “renegociación” del TLC. Lo curioso es que antes le echaban la culpa al TLC por la mala situación del campo mexicano. Ahora que se han dado cuenta de la mayor parte del sector agropecuario apenas empezará a abrirse el año que viene, han cambio la cantaleta: no ha sido el TLC el culpable del desastre del campo en los últimos ocho años, pero sí lo será de la tragedia que viene.
Nuestros socios comerciales en Norteamérica no permitirán, por supuesto, que se renegocie el TLC solamente en los campos en que a nosotros nos convenga. La reapertura del acuerdo obligaría a renegociarlo todo y muy probablemente el tratado se desmoronaría. Y la verdad es que los mexicanos terminaríamos pagándolo muy caro. México se ha beneficiado enormemente del TLC. En 1993 nuestro país tenía un déficit comercial con Estados Unidos. A partir de 1994, con la entrada en vigor del tratado, la balanza se volvió positiva para nosotros y con el tiempo el beneficio se ha vuelto verdaderamente espectacular. Nada más de enero a agosto de este año el superávit comercial de México con Estados Unidos ascendió a 25 mil millones de dólares. La cifra del 2002 podría llegar a unos 37 mil millones de dólares.
¿Se imagina usted lo que significaría para nuestro país perder estos 37 mil millones de dólares al año? Cuando menos perderíamos entre uno y dos millones de empleos. Claro que esto no le preocupa a nuestros políticos e intelectuales tan enemigos de la globalización. Ellos tienen empleos pagados por los contribuyentes en el gobierno o las universidades.
El mercado del café está sufriendo una crisis en todo el mundo. Pero salirnos del mercado internacional, lejos de ayudarnos, haría que se desplomara la industria. Por otra parte, en el caso del sector agropecuario en general, hay razón para los temores sobre la apertura del 2003. Pero, nuevamente, el costo de cerrar las fronteras o de renegociar o repudiar el TLC sería mucho mayor que el de mantener nuestro compromiso de apertura.
México tuvo ocho años para ajustar su sistema de producción en el campo y prepararlo para la apertura del 2003. Pero nada hicimos. El sistema ejidal y la fragmentación de la tierra se han mantenido con sus enormes costos. Ante esta situación es muy difícil que podamos competir.
Es verdad que estamos matando al campo mexicano. Pero lo hemos hecho nosotros, y no el TLC o la globalización.
Usos y costumbres
Este 20 de octubre hubo cinco muertos y cuando menos 20 heridos en un conflicto político en San Andrés Teotilalpan, Oaxaca. El problema se remonta a octubre del 2001, cuando se llevó a cabo en este municipio indígena una cuestionada “elección” por usos y costumbres. En un sistema de sufragio libre y secreto, las disputas electorales se dirimen recontando los votos o recurriendo a los tribunales. Con los usos y costumbres, la única forma parece ser la violencia.