“La política es un asunto demasiado importante para dejársela a los políticos”.
Charles de Gaulle
Que no nos digan nuevamente los legisladores que son muy brillantes y responsables, y que la única razón por la que la gente no se da cuenta de eso, y los desprecia, es porque los medios de comunicación los linchan injustamente. De hecho, en esta temporada parlamentaria los medios informativos han estado tan absortos en las incursiones violentas de El Barzón y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en el Palacio Legislativo, que han sido omisos en explicarle a la gente que el país sufrirá un daño mucho mayor por las salvajadas aprobadas por los legisladores en sus ya tradicionales sesiones al vapor de fin de año.
La lista es larga y vergonzosa. Todo parecería indicar que el mandato de los diputados y los senadores este año ha sido el de complicar las cosas y generar privilegios para grupos especiales. Y, de ser posible, golpear la inversión. Para muestra hay un sinnúmero de botones. El engendro de la Secretaría de Hacienda de limitar severamente la deducibilidad de las prestaciones a los trabajadores no sindicalizados, pero sin tocar las de los sindicalizados, ha sido ratificado sin asomo de vergüenza por los diputados (la única excepción valiente fue el priista Jorge Chávez Presa). Los legisladores han decidido que las entidades de la federación pueden cobrar un impuesto adicional sobre la renta del cinco por ciento, pero solamente a las personas físicas con actividades empresariales y a los pequeños contribuyentes. De la misma manera, los ingresos de los autores han quedado exentos del pago del impuesto sobre la renta hasta un límite de 25,000 pesos mensuales... mientras que la demás gente —los maestros, los médicos, las secretarias— tienen que seguir pagando el impuesto normal. Parece que hay línea para que la nueva política fiscal sea abiertamente discriminatoria.
Está ahí la decisión de cobrar el 15 por ciento de IVA a las revistas pero no a los libros o los periódicos. Me imagino ya los costosos litigios para definir con exactitud la diferencia entre una revista y un periódico y para separar fiscalmente las revistas que los periódicos incluyen como suplementos.
Algún legislador decidió que el absurdo impuesto especial sobre la telefonía celular —que contribuye a hacer de este servicio en México uno de los más caros del mundo— debía reemplazarse por un nuevo gravamen de 20 por ciento cuando la tarifa exceda de 3.50 pesos por minuto. Los diputados, embelezados por el falaz argumento de que esto hará que bajen las tarifas de telefonía, no se dieron cuenta de que la medida castiga a las empresas que quieren competir con una mejor calidad —la cual requiere de mayores inversiones— y no simplemente por precio. Nadie les ha dicho a los diputados que, si de verdad, lo que quieren es bajar el precio de la telefonía, deberían dejarla libre de impuestos especiales.
La nueva ley del impuesto sobre la renta mantiene la deducibilidad establecida el año pasado a los pagos por intereses de créditos hipotecarios. Con esto se beneficia a los ricos que pueden comprar casa y se castiga a los pobres que tienen que alquilarla.
Otra medida aprobada es la que establece la acumulación de los ingresos financieros en el impuesto sobre la renta. Si ya de por sí las tasas de interés en nuestro país tienden a ser negativas, ahora terminaremos pagando más impuestos por el privilegio de perder dinero. Y por si eso fuera poco, la medida multiplicará los problemas de contabilidad tanto de las instituciones financieras como de las personas y las empresas. Es un impuesto hecho especialmente para promover la fuga de capitales.
A pesar de que la Secretaría de Hacienda adelantó este año en unos cuantos días sus iniciativas fiscales, el Congreso sigue legislando al vapor sin que los legisladores tengan una idea clara de lo que están votando. Por eso después se multiplican los juicios de amparo —cuyo costo tenemos que pagar también los contribuyentes— o se pretende remediar las cosas con circulares que vuelven cada vez más complejo nuestro sistema fiscal.
Que no se quejen los diputados y los senadores de que los medios informativos los satanizan. Si hacemos un recuento de las barbaridades que han cometido en esta nueva temporada de legislación al vapor, tendremos que concluir que los medios de comunicación han sido excesivamente suaves con ellos.
Orgullosos
Los senadores del PRI se enorgullecen de haber detenido la inversión privada en electricidad, y los diputados de todos los partidos de haber parado la inversión en casinos. Claro, ni unos ni otros necesitan los empleos que generarían estas inversiones. Ellos ya viven —y muy bien— del presupuesto del gobierno. ¿Y los demás mexicanos? ¡Que se se esperen!