“Se necesita un siglo para formar un Estado y una sola hora para convertirlo en polvo”.
Lord Byron
En el contexto del enfrentamiento entre los gobernadores priistas y perredistas y el Presidente de la República, un grupo de legisladores del PRI y del PRD está considerando la posibilidad de introducir en el presupuesto del 2003 un candado que le impediría al Ejecutivo reducir el gasto en caso de que caigan los ingresos públicos. Si esta iniciativa se hace realidad se generaría un riesgo enorme para la economía de nuestro país.
La medida es una revancha del PRI y el PRD por la aparente disminución de las transferencias del Gobierno federal a los Gobiernos de los estados en este año. La consecuencia en caso de que disminuyan los ingresos públicos el año que viene podría ser, sin embargo, un aumento muy fuerte del déficit que podría llevar a una nueva crisis económica para el país.
El artículo 21 del Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal 2002 le da al Gobierno de la República la posibilidad de disminuir el gasto en caso de una baja en los ingresos. No es una potestad discrecional. En caso de que la disminución ocurra en los ingresos petroleros, el primer mecanismo de compensación es recurrir al Fondo de Estabilización de los Ingresos Petroleros. Si se rebasa la capacidad del fondo, o si las disminuciones de los ingresos son por otros conceptos, se procede a la reducción en el gasto con ciertas reglas. Cuando la disminución del ingreso es superior al 5 por ciento de los montos presupuestados, el Gobierno tiene obligación de hacer una propuesta de disminución del gasto a la Cámara de Diputados para su aprobación.
El propio artículo 21 del decreto para el 2002 establece que, en caso de una disminución, “se procurará no afectar las metas sustantivas del gasto social y de los principales proyectos de inversión, optando preferentemente por los proyectos nuevos cuya cancelación tenga el menor impacto social y económico, así como los gastos para difusión”.
La iniciativa que están negociando estos legisladores del PRI y del PRD establecería candados mucho más concretos a estas disminuciones. El objetivo sería permitirlos sólo en ciertas secretarías y rubros.
El problema es que los legisladores no parecen estar conscientes, ni en este tema ni en otros que tienen que ver con las finanzas públicas, de la necesidad de mantener un control sobre el déficit del presupuesto. Algunos legisladores priistas y perredistas, como varios gobernadores de esos mismos partidos, afirman que es importante mantener un gasto público alto para apoyar a los pobres, independientemente de que puedan bajar los ingresos públicos.
Si de verdad estos políticos quisieran ayudar a los pobres, no estarían siquiera considerando una acción que podría aumentar de manera desproporcionada el déficit de presupuesto. Los mercados financieros se encuentran en una situación de extrema volatilidad. En el momento en que el Gobierno de México mande el mensaje de que ha abandonado todo recato y se prepara a aumentar su déficit y su deuda por encima de un nivel razonable, lo más probable es que se registre una nueva crisis que se manifestaría en una devaluación del peso, un alza en las tasas de interés y una disminución de la actividad económica de nuestro país.
Uno pensaría que los políticos de nuestro país habrían aprendido la lección. Las crisis de 1976, 1982, 1987 y 1995 fueron brutales para los mexicanos. Ya no es posible seguir manejando la economía con irresponsabilidad.
Ricardo Lagos, presidente socialista de Chile, ha entendido este tema a la perfección. Cuando se le ha exigido llevar el presupuesto de su país a un déficit, supuestamente para ayudar a quienes menos tienen, él ha respondido: “”Y que no me digan que un presupuesto equilibrado es una posición de derecha o de izquierda: un presupuesto equilibrado es una exigencia de una economía bien administrada.”
La propuesta que están estudiando algunos legisladores del PRI y del PRD para atarle las manos al Ejecutivo en caso de que se caigan los ingresos presupuestarios es exactamente contraria a esta visión. No es algo que ayudaría a los pobres. Al contrario, los perjudicaría. Si el gasto deficitario sirviera para ayudar a los pobres, hace muchos años que ya no habría pobreza en nuestro país.
¿Entreguismo?
No deja de ser paradójico. En México se considera la política del canciller Jorge Castañeda como entreguista a Estados Unidos. En cambio, The New York Times habla de que una vez más nuestros dos países son vecinos distantes y el Wall Street Journal le advierte a los mexicanos que los estadounidenses no olvidarán que México no ha apoyado a Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.