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Jaque mate/IVA a revistas

Sergio Sarmiento

“Hay quienes imaginan que la misa dominical es una esponja que limpia todos los pecados de la semana”.

Harriet Beecher Stowe

El entusiasmo del presidente Vicente Fox por la aprobación de diputados y senadores del paquete fiscal del año 2003 revela un loable deseo de limar las asperezas entre el Ejecutivo y el Legislativo que tanto daño le han hecho a nuestro país en los últimos dos años. Pero eso no significa que el paquete no esté lleno de incongruencias que ya sabemos serán objeto de amparos exitosos.

Uno de los ejemplos más notables es el de la aplicación del IVA a las revistas. Este impuesto es una consecuencia del intento de hace un año de la Secretaría de Hacienda de eliminar la exención fiscal que ha favorecido tradicionalmente a todo tipo de publicaciones y que el año pasado fue rechazado airadamente por la comunidad intelectual y por unos legisladores temerosos de agraviar a los intelectuales.

Este año la propuesta del impuesto no venía en el paquete sometido por la Secretaría de Hacienda al Congreso; pero alguien en la legislatura —aparentemente empujado por Hacienda— la revivió, aunque ya no para todas las publicaciones sino solamente para las “malas”.

Cabe recordar que el año pasado, cuando el secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz compareció ante el Congreso para defender su propuesta de reforma fiscal, que incluía la propuesta de gravar con IVA a todas las publicaciones, señaló que la exención en este caso favorecía mucho más a los editores de “obras pornográficas” que a los de obras literarias o ensayísticas serias. De ahí emerge ahora claramente la decisión de castigar con un impuesto a las publicaciones que “atentan contra la moral”.

La propuesta surgió primero en el Congreso como una simple aplicación del IVA a todas las revistas pero no a los periódicos o a los libros. Alguien recordó después, sin embargo, que las revistas políticas e intelectuales pueden ser tan terribles en la defensa de sus privilegios como los periódicos y los intelectuales. Y por eso se decidió que siguieran exentas sólo aquellas revistas que tuvieran un contenido político general o cultural.

El problema es que esto obliga a la necesidad de definir qué revistas tienen un contenido político o cultural. Y a los legisladores no se les ocurrió mejor cosa que darle esta responsabilidad al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. De esta manera Conaculta sigue reforzando su papel como el gran comisario de la cultura. Ahora su decisión será crucial, porque aquellas revistas que considere como “buenas” tendrán una ventaja fiscal frente a las demás.

La aplicación discrecional del IVA a las revistas no parece tener un propósito recaudatorio. La simple dificultad de administración acabará con cualquier recurso que se pretenda obtener. El propósito es fundamentalmente moralista, Hay muy buenas razones para pensar, por otra parte, que cualquier dinero que se vaya a recaudar terminará siendo devuelto no a los consumidores que paguen su IVA sino a las empresas editoras (como ocurrió en el caso de la disputa entre Jumex y Hacienda por el IVA cobrado a sus jugos). Y la razón es que la ley viola patentemente el principio de generalidad. Cualquier amparo en su contra tendrá éxito. En consecuencia, si lo que los legisladores y la Secretaría de Hacienda pretenden con esta medida es castigar a los editores de publicaciones “pornográficas”, como El Libro Vaquero o los cuentos rosas, que tanto molestan a las buenas conciencias, más vale que se vayan preparando a aceptar que lo único que lograrán será darles una cantidad adicional de dinero.

Por ésta y otras medidas absurdas en el paquete fiscal para el año que viene no puedo unirme a esa lluvia de elogios que el presidente Fox y sus colaboradores han empezado a hacer caer sobre nuestros legisladores. Qué bueno que los diputados y los senadores eliminaron algunos de sus más crasos errores de diciembre del año pasado, como el impuesto suntuario. Pero cuando uno ve impuestos discriminatorios y discrecionales como el IVA a las revistas, es imposible no pensar que nadie en el Congreso se pone a reflexionar sobre las verdaderas consecuencias de las medidas que convierten en ley.

Impuestos por cine

A partir del año que viene se cobrará en México un impuesto de un peso por asistir al cine. El propósito es crear un fondo de apoyo a la producción cinematográfica nacional. Lo curioso del caso es que la difusión del cine mexicano ha aumentado significativamente en los últimos años, pero no porque haya habido apoyos sino porque se han hecho mejores películas en México. Ahora un burócrata tendrá que decidir cuáles son los proyectos que merecen recibir estos nuevos apoyos gubernamentales. Y les puedo garantizar grandes pleitos.

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