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Jaque mate/La victoria

Sergio Sarmiento

“Nada es más peligroso que la victoria.”

Yuri Lotman

El presidente Vicente Fox consiguió este pasado domingo su mayor triunfo político desde la elección del 2 de julio del 2000. Sus negociadores lograron que el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) aceptara un aumento de 5.5 por ciento directo al salario y un 1.8 por ciento adicional en prestaciones con lo que se conjuró la huelga prevista para el próximo 2 de octubre.

El aumento salarial finalmente acordado fue el mismo que desde un principio había ofrecido la dirección general de Pemex. Hubo apenas una pequeña alza en las prestaciones, pero el incremento quedó muy por debajo del 15 por ciento que había venido exigiendo el sindicato.

Lo más importante de todo, sin embargo, es que el gobierno parece no haber cedido en su decisión de buscar el desafuero y enjuiciamiento del diputado Carlos Romero Deschamps y el senador Ricardo Aldana, secretario general y tesorero del STPRM, que era la razón real del emplazamiento a huelga. En otras palabras, el gobierno del presidente Fox parece haber conseguido una victoria absoluta en su enfrentamiento con el sindicato más poderoso de México.

Pero ¿qué llevó a Romero Deschamps a echarse para atrás? Quizá la conciencia de que ni siquiera el sindicato petrolero puede darse el lujo de enfrentar abiertamente al gobierno de la república en una causa que sólo busca proteger a los líderes de una acusación penal.

La decisión del comité ejecutivo nacional del PRI de deslindarse del sindicato la semana pasada, si bien presentada en un comunicado ambiguo, pareció ser el golpe decisivo en contra del STPRM. El presidente del PRI, Roberto Madrazo, estaba consciente de que una huelga, con el desastre económico que ésta significaría para el país, no podía ser avalada por el partido sin correr el riesgo de sufrir un desplome en su apoyo electoral.

Es cierto que el senador Manuel Bartlett y el senador Humberto Roque trataron todavía la semana pasada de desconocer esa decisión y enfatizaron que el PRI seguía apoyando a los líderes petroleros. Pero los dirigentes entendieron que tendrían que enfrentar solos al gobierno.

Romero Deschamps, en particular, se dio cuenta de que no tenía salida. El gobierno de la república no tenía forma legal de echarse para atrás en el intento de desaforarlo y enjuiciarlo.

Tanto el presidente como el procurador general de la república podrían haber sido sometidos a acusaciones penales de no ejercer la ley en un caso documentado de aparente desvío de fondos públicos. Si Romero Deschamps y Aldana son inocentes, como lo sostienen, tendrán que demostrarlo ahora ante un juez.

El gobierno del presidente Fox buscó socavar el respaldo de Romero Deschamps en el sindicato como estrategia para enfrentar la huelga. Se esperaba que entre 10 y 12 de los 36 jefes de sección en el país se negaran a unirse al movimiento.

Había también un intento de convencer a los trabajadores de base en las secciones leales a Romero Deschamps de la importancia de presentarse a trabajar aun en caso de huelga. El gobierno estimaba que Pemex podía operarse con sólo el 36 por ciento de los 96 mil trabajadores sindicalizados. La peor derrota para el sindicato habría sido, por supuesto, convocar a una huelga que no tuviera una respuesta suficiente para paralizar a Pemex.

Romero Deschamps se enfrenta ahora a una situación muy difícil. Su principal arma política, la huelga, ha fallado. Dadas la debilidad de las leyes contra la corrupción en nuestro país, no puede descartarse que logre una sentencia absolutoria en el proceso que se le seguirá, especialmente si se considera que cuenta con los servicios de uno de los mejores penalistas de México, Juan Velásquez. Pero mientras esté siendo procesado tendrá, por estatuto, que dejar la secretaría general del sindicato y no queda claro si más adelante podrá reconquistar el control de la organización. Parece que estamos viendo el inicio de un cambio de guardia en el sindicato: tan importante como el que provocó Carlos Salinas de Gortari en 1989 al detener a Joaquín Hernández Galicia, La Quina.

Para el presidente Fox este proceso se ha traducido ya en una enorme victoria política. Después del fracaso espectacular del aeropuerto de Texcoco, el triunfo adquiere una dulzura especial. Pero el presidente Fox deberá tener cuidado de que esta victoria no lo haga caer en el pecado de arrogancia que podría costarle muy caro más tarde.

¿Acuerdo secreto?

Es tan contundente el triunfo del presidente Fox frente al diputado Romero Deschamps y los otros líderes petroleros que cabe preguntarse si no hubo algún acuerdo secreto. Es muy raro que, después de haber tomado un rumbo de enfrentamiento con el presidente, súbitamente el sindicato se haya rendido incondicionalmente.

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