“Toda buena historia precisa de un villano”.
Anónimo
Parece que el PRI anda urgido de un nuevo villano y ha escogido para el papel al ex presidente Ernesto Zedillo. Unas declaraciones del ex mandatario en la Universidad Columbia de Nueva York, donde dijo que los gobernadores de la Conago “piden más dinero sin responsabilidad”, ha desatado la nueva andanada de ataques.
Humberto Hernández Haddad, cesado en 1995 por el gobierno de Zedillo como cónsul general en Houston por “reiterado desacato a la autoridad”, fue el primero en pedir la expulsión de Zedillo del PRI. Pero han secundado esta moción otros políticos priistas. El propio presidente del partido, Roberto Madrazo, a quien Zedillo trató infructuosamente de desplazar como gobernador de Tabasco en 1995, culpó públicamente a Zedillo de los problemas económicos de los estados debido al “error de diciembre”. El gobernador de Chihuahua, Patricio Martínez, acusó al ex presidente de “traidor”.
Quizá sea comprensible la animadversión de los priistas ante el ex presidente. Zedillo es para ellos como Mijaíl Górbachev para los comunistas rusos: el hombre que destruyó el sistema desde dentro del sistema. Zedillo llegó a ser presidente casi por accidente. A ojos de los priistas, nunca contó con los merecimientos políticos para el cargo. En particular, no tuvo que esforzarse subiendo penosamente el escalafón de los cargos de elección popular. Los candados que el PRI estableció a sus candidatos son una reacción directa al ascenso “inmerecido” de Zedillo.
Los priistas también le recriminan a Zedillo que haya rechazado el tradicional populismo del partido y haya mantenido, en cambio, las políticas económicas de apertura que heredó de Carlos Salinas. Cuando en su informe final de gobierno Zedillo se confesó liberal, muchos priistas se dijeron: “Por ahí debimos haber empezado.”
El verdadero odio a Zedillo, sin embargo, surge del hecho de que éste aceptó en el 2000 el triunfo de un candidato de oposición a la Presidencia de la República. Los priistas tradicionales se niegan a darse cuenta de que ni Zedillo ni nadie podía ya arrebatarle el triunfo al ganador de una elección. Quizá no llegan al extremo de defender abiertamente el fraude electoral, pero no olvidan que Zedillo fue quien le impuso al PRI la reforma electoral de 1996, la cual, para colmo de males, fue votada en solitario por el PRI en su última fase, a pesar de que el PRI era el partido más perjudicado por ella.
No voy a meterme a juzgar la ética de los linchamientos rituales que el viejo sistema político mexicano ha hecho de los ex presidentes. Es más interesante considerar si esa venganza en contra de Zedillo es positiva para el PRI.
Los priistas pueden odiar a Zedillo, pero no hay ninguna indicación de que su actitud sea compartida por la mayoría de los mexicanos. Es verdad que en 1995, cuando México estuvo sumido en la crisis económica, los índices de popularidad de Zedillo se hundieron; pero a fines del sexenio su aprobación había aumentado a niveles altos. Salinas nunca pudo convencer a la gente de que el responsable de la crisis del 95 había sido Zedillo y su supuesto “error de diciembre”.
Zedillo no es ciertamente el personaje más popular del México actual. Pero de todos los priistas, es el que tiene un mejor índice de aprobación. Correctamente o no, la gente le agradece haber rescatado al país de la crisis del 95 y llevado la economía a una alta tasa de crecimiento a fines de su sexenio. Su decisión de reconocer en el 2000 el triunfo de Fox podrá irritar a los priistas de la vieja escuela, pero a los mexicanos les pareció muy bien. Quizá el ex presidente pueda verse manchado a la larga por el escándalo del desvío de dinero de Pemex al PRI, pero hasta este momento no ha habido ningún indicio de que esté personalmente involucrado. Por otra parte, a la gente le podrá parecer adecuado o no que Zedillo trabaje para empresas o universidades privadas del exterior, pero en general no le atribuye ese pecado capital de los políticos mexicanos que es el enriquecimiento por corrupción.
Si los priistas fueran inteligentes, aprovecharían los aspectos positivos de la imagen de Zedillo; pero en lugar de eso prefieren recurrir nuevamente al canibalismo político que tanto daño les ha hecho en el pasado. El PRI tiene la oportunidad de recuperar el control de la Cámara de Diputados en las elecciones del próximo año. Pero para eso tiene que llegar unido a la votación. Y el linchamiento de un ex presidente no ayuda a ese propósito.
Costo-beneficio
¿Cuánto está costando la gira por Europa del presidente Fox? ¿Cuáles son los beneficios concretos que los mexicanos estamos obteniendo de esta gira? Lo más probable es que nunca tengamos la respuesta a estas preguntas.