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MÉXICO, D.F.- Decepcionado. Así se retira el marchista Joel Sánchez por la corta visión que los dirigentes tienen para manejar la caminata.
No importó la alfombra de pasto que acariciaba sus pies y el sonido del agua que deleitaba sus oídos para que Joel se contuviera de expresar sus diferencias: "Creo que tanto la Conade (Comisión Nacional del Deporte) como la Federación Mexicana de Atletismo se están tapando los ojos, oídos y la boca ante los problemas de la marcha, no conocen nuestras necesidades", dice.
Mueve las manos y comenta: "He estado en la caminata por veinte años gracias al apoyo que el Ejército me ha brindado, nadie me ha apoyado tanto en los peores momentos de mi carrera".
-¿Qué necesidades no conocen las autoridades? -La primordial es caminar de una a dos horas, para ello, es necesario tener variedad en las pistas y en México la mayoría son circulares y el entrenamiento se hace monótono.
Prosigue: "Los tiempos han cambiado, antes teníamos carreteras para entrenar, como la de Lerma, pero del noventa para acá, perdimos esa ruta porque ya es muy transitada, también perdimos Arcos del Sitio, el Popocatépetl, Tenango del Aire y Tenango del Valle. De seguir así, en cinco años no tendremos donde entrenar".
Sus gestos se vuelven cada vez se hacía más duros, mueve la cabeza de un lado a otro y reclama, "en nuestra ciudad no hay cultura del deporte, la gente no lo practica y no le importa.
¿Qué quedará para las nuevas generaciones", se pregunta.
"El Desierto de los Leones es casi lo único que queda pero no nos respetan ni los policías. Es increíble que un comunicador como Jaime Mausán no respete las reglas. He visto que pasa a 80 kilómetros por hora cuando sólo es permitido 40, pone en peligro nuestra vida", señala.
Inició su andar a los 16 años, siempre le llamó la atención la marcha porque a pesar de que muchas personas la consideran como un deporte fácil, no lo es.
Año con año se fue enamorando más, y dedicó todo el tiempo a su práctica con apoyo del Ejército que desde ese entonces le proporciona una beca que hasta la fecha le ayuda para sostener a su esposa y dos hijos.
VIVIÓ MOMENTOS DIFÍCILES
En 1992, cayó en una depresión y se retiró dos años.
Cuando regresó, se lesionó la espalda y estuvo inactivo por un año, por lo que no clasificó a Atlanta ?96, pero al siguiente año, volvió a colocarse entre los primeros.
Muchas fueron las satisfacciones del marchista en veinte años, entre ellas; medalla de bronce en Sydney 2000, oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, olimpiadas y varias competencias nacionales.
Pero es momento de retirarse: "La principal causa es que no pude recuperarme de la lesión en mi rodilla por lo que CIMA me quitó la beca además llega un momento en el que ya está a un paso de la debacle y es mejor terminar".
UNA NUEVA ETAPA
Para el medallista de bronce en Sydney 2000 llegó el momento de integrarse a la sociedad productiva y aportar nuevos proyectos que ayuden a mejorar el deporte porque: "A los dirigentes parece que los eligen por dedazo; algunos no tienen ni idea de lo que hacen y esto viene desde los más altos rangos".
Para el atleta es básico terminar su carrera en Ciencias de la Comunicación que cursa en el Tecnológico de Monterrey y cree que todos los deportistas deberían recibir apoyo de la Conade para estudiar una carrera profesional.
Sobre los andarines mexicanos opina que de no ganar todas las pruebas en los Juegos Panamericanos será muy difícil obtener una medalla en Atenas 2004.
Finalmente comentó que sería un error gravísimo que desapareciera la marcha como deporte olímpico, pero que es una posibilidad remota dado que muchos países poderosos la defenderían.